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Respuesta:
finales de los años sesenta y toda la década de los setenta se suceden dictaduras militares de larga duración que inciden en los procesos económico-sociales y políticos de los países latinoamericanos.
2Bolivia ingresa en un período de profunda crisis política reflejada en continuos golpes de Estado y que anulan el total accionar de las clases populares. La clase oligarca, apoya a estos gobiernos de-facto para cuidar sus intereses, por ello, refuerza los centros de poder en torno al desarrollo productivo, especialmente de tipo agroindustrial y fortalece el ejército como un instrumento coercitivo efectivo para anular cualquier tipo de revuelta popular.
3Este marco político, coartó las garantías individuales y los derechos humanos y muchos sectores sociales pasaron a la clandestinidad. Pocos fueron los que desde la ilegalidad del estado militar o el anonimato fueron consecuentes al enfrentarse permanentemente con el gobierno; por otro lado, existieron instituciones como la Asamblea de Derechos Humanos, Justicia y Paz, la Iglesia Católica y algunas embajadas amigas que colaboraron a cientos de políticos, dirigentes sindicales, periodistas, estudiantes universitarios y de secundaria para ser protegidos o exiliados.
4Es pertinente preguntarnos hoy cuál fue la relación establecida entre el Estado y estas instituciones que no permitieron masacres y persecuciones. De principio, la Iglesia Católica se constituye en una instancia protectora, pero, al influjo de las nuevas corrientes teológicas y filosóficas que surgieron en su interior, se convierte en un espacio de formación y reflexión sobre la necesidad de liberarse de un Estado dictatorial.
5A nivel mundial y latinoamericano se habían registrado acontecimientos históricos que le permitían pasar a interpelar las normas de la religión oficial y tradicional; éstas, arrastradas desde que la Iglesia-Institución cobró más importancia que las misiones evangélicas, era una tradición que se había impuesto por varios siglos. Sin embargo, el Concilio Vaticano II (1962-1965), las Conferencias de Obispos Latinoamericanos de Medellín (1968) y Puebla (1979) cambian la visión y práctica del catolicismo de forma radical; las conclusiones de esos eventos se convierten en documentos constitutivos para asumir una clara opción por los pobres y fundamentos básicos para la protesta contra la ideología de Seguridad Nacional cuya principal forma de gobierno se fundaba en el asesinato, la tortura y violaciones de los más elementales derechos del ser humano.
6Como consecuencia de este giro social, se advierte dentro de la jerarquía clerical una división entre Iglesia, y clero y comunidades cristianas “laicas”. Esta división surge como producto de la anulación directa de sacerdotes, catequistas y fieles concentrados en las parroquias de las zonas suburbanas y rurales. A pesar de esto, el clero daba la imagen de una Iglesia Católica inmersa en una suficiencia doctrinal que no le permite tomar liderazgo posible. “No ha sido guía; se ha contentado esporádicamente, con denunciar abusos... ha sobreabundado la “prudencia” inhibitoria...” (Barnadas, 1976: 114).
7Esa forma de ser tan ambigua, de la Iglesia clerical, no le permite tomar partido en momentos de verdadera crisis. Sin embargo, como ya habíamos descrito, los fundamentos teóricos hablan de una clara opción que tarda o no es tomada en cuenta por el sector clerical acomodado el cual pareciera estar conforme con las políticas dictatoriales.
Explicación:
SRRY si es muy largo, lo saque de Cronome :U espero que te sirva UwU