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Durante los últimos siglos de la Edad Media, el Mediterráneo constituye un espacio que actúa como gozne de las más importantes rutas comerciales del mundo conocido. En los puertos de su fachada levantina y del Mar Negro desembocaba la Ruta de la Seda, por cuyo conducto circulaban especias, sedas y porcelanas procedentes del Próximo y Lejano Oriente. A través de Alejandría se canalizan los circuitos comerciales que enlazan el Mar Rojo con el océano Índico, al tiempo que en los puertos del Magreb confluyen las rutas que transportan los esclavos y el oro del África Subsahariana. Europa, por su parte, adquiere estos productos gracias a la venta de materias primas y de manufacturas provenientes no sólo de su área meridional, sino también de las islas británicas, del mar del Norte o del mar Báltico.
Las fachadas portuarias se convierten en escaparates de unas ciudades abiertas al comercio internacional. Se embellecen y se dotan de instalaciones destinadas a satisfacer las necesidades de este conjunto cosmopolita formado por marineros y comerciantes. Los mercados se acercan a los puertos, y en ellos aparecen las lonjas de mar, las alhóndigas o los consulados, que aunque inicialmente tan sólo representaban los intereses comerciales de otras ciudades mediterráneas, con el tiempo llegaron a ser legaciones diplomáticas de los estados.
La creciente complejidad del comercio y la navegación comportó la presencia casi continua de barcos y mercaderes de otras naciones, en buena parte de los puertos mediterráneos, y dio lugar al establecimiento de alhóndigas y consulados. De este modo se abrió el camino hacia el establecimiento de tratados diplomáticos que reconocían la existencia de normas jurídicas y de tribunales aptos para la resolución de los conflictos surgidos entre ciudadanos de diversos países.
La Corona de Aragón desempeñó un papel de vanguardia en este proceso. Su red consular era una de las más densas, y las leyes recogidas por sus juristas en el Libro del Consulado de Mar constituyeron un referente por todo el Mediterráneo y una de las bases del posterior desarrollo del derecho internacional en materia marítima y comercial.