¿Qué características del perdón necesita nuestra sociedad?
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Respuestas
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Objetividad
Si no hay ofensa, no existe el perdón. Muchas veces las personas se ofenden por acciones o palabras que en realidad no constituyen un agravio; ellas aparentan que lo es, para manipular al otro y llevarlo a hacer algo.
Si se cae en esta trampa, el proceso de sanación no existirá porque la causa que genera el malestar es inventada y manipulada.
Humildad
Cualquier acto de perdón debe ser sencillo y humilde. La persona, en su humildad, reconoce la falla o la necesidad de perdonar (según sea el caso) y actúa acorde.
Igual, ten en cuenta que debemos perdonar para ser perdonados, y por tanto el orgullo y la soberbia no son buenos aliados porque nos llevan a justificarnos o echar la culpa a otros.
Cuando hay un ego inflado, se carece del valor y la sencillez requerida para una comunicación veraz.
Inmediatez
Cuanto más tiempo pase sin abordarse el evento que ocasionó el malestar, más probabilidades hay de que el rencor se vuelva violencia o la tristeza depresión.
No se trata de perdonar apenas sucede el ataque, porque es imposible, sino de iniciar el proceso de perdón inmediatamente.
Recuerda que toda emoción que reprimes, con el pasar de las semanas te carcomerá más hasta que un día estallará con resultados bastante desalentadores.
Veracidad
Para que la acción de perdón sea auténtica, tiene que estar rodeada de verdad. Esto no quiere decir que debamos conocer todos los detalles de la circunstancia que ocasionó el malestar sino, más importante, que no nos engañemos a nosotros mismos.
Amor
El amor y el perdón van de la mano. Puede que no ames a quien te ofendió, pero sí te amas tanto a ti mismo que has decidido abandonar toda tendencia destructiva. Quieres estar en paz y ser feliz de nuevo.
Cuando queremos perdonarnos a nosotros mismos, o perdonar las ofensas de los demás, el amor debe ser la raíz sobre la cual crezca el árbol de la liberación.
Valor
Emprender un proceso de perdón no es una tarea fácil. Se requiere de valentía y agallas, y más si deseamos reparar el daño causado.
Bajar la cabeza para pedir perdón de corazón, no es algo que cualquiera esté dispuesto a emprender por motivos de orgullo. Pero, a la final, vale la pena.
Perdonarse a sí mismo
En la vida siempre suceden hechos que nos provocan desilusiones. Nos avergonzamos de nuestro actuar y desarrollamos complejos de culpa difíciles de manejar. Para liberarse de esas cargas, debemos perdonarnos a nosotros mismos, reconociendo que, como cualquier ser humano, somos propensos a fallar y equivocarnos.