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Mire a las personas que hay a su alrededor, deténgase en las mujeres. Al menos una de cada tres de las que vea, no importa en qué parte del mundo esté, tiene una historia de violencia que contar, bien porque haya sido golpeada por su pareja o atacada sexualmente en algún momento de su vida. Incluso ambas. Casi todas las que encuentren sus ojos dedican más tiempo a trabajos no remunerados como el cuidado de algún familiar o las tareas de la casa que los hombres. De media, el triple. Menos de un tercio ocupa puestos directivos superiores e intermedios en sus empresas, si es que trabajan. Si quien lee estas líneas es una mujer, quizá se vea reflejada en estos números y se sume a sí misma a las estadísticas. Este pequeño ejercicio no es una ficción, es real y está basado en datos del último informe (2017) de seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la agenda que debe guiar la acción internacional hacia un mundo más justo e igualitario en 2030.
En el mundo, la población femenina es discriminada y sus derechos son violentados de distintas formas y en diferentes grados. Ningún país puede decir que dentro de sus fronteras no pasa, por más esfuerzos que declaren haber realizado en este sentido. Los avances hacia la igualdad de género así como la eliminación de cualquier forma de violencia o práctica nociva contra las niñas y mujeres del planeta, como manda el Objetivo número cinco, son además "muy lentos". Es la conclusión que Francesca Perucci, de la división estadística de la ONU, expuso ayer durante la jornada del Foro Político de Alto Nivel dedicada a evaluar los progresos en este sentido.
"Vemos que en 1990 se casaba una de cada tres niñas. Ahora, contrae matrimonio una de cada cuatro. Es un avance, pero teniendo en cuenta que se ha producido en 25 años, no es impresionante", comenzó a desgranar los datos. Mayores progresos se han realizado en la lucha contra la mutilación genital femenina, que ha descendido un 24% globalmente desde el 2000. Sin embargo, todavía tres millones de crías están en riesgo de ser sometidas a la ablación cada año, advierte la Organización Mundial de la Salud. Y la prevalencia es muy elevada en algunos de los 30 países con datos disponibles, apostillan los autores del informe de la ONU.
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