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América Latina es la región más urbanizada del mundo en desarrollo. Dos tercios de la población latinoamericana vive en ciudades de 20.000 habitantes o más y casi un 80% en zonas urbanas.
Las previsiones sugieren que el porcentaje urbano en la región seguirá en alza, pero a ritmos decrecientes. Así lo señala el documento de la CEPAL Población, territorio y desarrollo sostenible, presentado recientemente en el Comité Especial de la CEPAL sobre Población y Desarrollo, que se realizó en Quito, Ecuador.
Según el documento, un simple dato basta para ilustrar la importancia demográfica de las grandes ciudades (de 1 millón de habitantes o más) en América Latina y el Caribe: han aumentado de ocho en 1950 a 56 en 2010 y una de cada tres personas de la región vive en estas ciudades.
“El territorio importa... y mucho. Hay que prepararse para un futuro cada vez más urbanizado”, señaló la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, en su discurso inaugural del Comité de Población, en Quito.
La urbanización es una oportunidad para el desarrollo sostenible, señala la CEPAL. Pero su acelerado avance en la región despierta controversias metodológicas, teóricas y de política, además de tener efectos territoriales complejos.
Si bien se han encontrado abundantes evidencias en apoyo de las visiones positivas de la urbanización, persisten problemas, dificultades y desafíos derivados de su elevada tasa de crecimiento y de su intensidad.
De acuerdo con el documento de la CEPAL, entre los “déficits urbanos” sobresalen la pobreza y la informalidad y precariedad habitacionales (asentamientos improvisados o tugurios), la falta de cobertura de servicios básicos y su mala calidad, las deficiencias del transporte colectivo, los problemas del transporte privado y la escasez de equipamiento comunitario y espacios públicos.
“Lo que ocurra en las grandes urbes es determinante para el desarrollo sostenible”, señala el estudio, que muestra varios ejemplos alentadores, tanto en materia de indicadores como de políticas tendientes a enfrentar los déficits antes mencionados y de una mejor planificación para hacerlas más funcionales y acogedoras para sus habitantes.
Desde el punto de vista de las políticas públicas en general, una implicación clave que se deriva del avance de la urbanización es que las demandas y los requerimientos sociales no solo se concentrarán en las ciudades, sino que acentuarán su perfil urbano.
En este plano, los especialistas de la CEPAL destacan dos desafíos. Uno es la ausencia de gobiernos metropolitanos legitimados políticamente, solventes en materia financiera y bien dotados desde los puntos de vista técnico y administrativo. El segundo se refiere a la escasa experiencia, débil voluntad política y falta de instrumentos para actuar sobre asuntos acuciantes, como la inseguridad ciudadana, la especulación inmobiliaria, la congestión vehicular y la segregación residencial.
Entre las sugerencias de política sobre estas materias, el documento recomienda reducir la desigualdad en los servicios básicos municipales mediante el fortalecimiento de las finanzas de los gobiernos locales con menos recursos, así como facilitar el acceso al suelo urbanizado a los pobres evitando, eso sí, su traslado a zonas periféricas y con escaso equipamiento y accesibilidad, promover la participación y la agrupación de las familias que requieran vivienda, y actuar sobre otros ámbitos donde opera la segregación, como el escolar, lo que supone recuperar la diversidad social de la escuela pública y mejorar su calidad.
En materia ambiental, el tratamiento y reciclaje de los residuos debe ser una prioridad para evitar que las ciudades se conviertan en vectores de daño ambiental por transferencias de sus desechos a otros ecosistemas. “Pero eso no basta… Es necesario cambiar los patrones de producción y consumo urbanos para que tanto las empresas como las personas incorporen la noción de sostenibilidad y cuidado ambiental en sus comportamiento.