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SOBRAN RAZONES PARA HABLAR SOBRE LA VIOLENCIA DE GÉNERO
Con base a encuestas y estudios recientes, en México, la violencia contra la mujer ha alcanzado niveles brutalmente ina-ceptables en todas sus manifestaciones: física, sexual, laboral o doméstica.
A pesar de los esfuerzos por combatir este fenómeno, todos los datos indican un aumento alarmante en los últimos años. De acuerdo con información del INEGI, dos de cada tres mujeres mayores de 15 años han enfrentado violencia alguna vez en su vida.
Todos los diagnósticos coinciden en que el origen de este problema es multifactorial y de una complejidad pronunciada.
La violencia de género es el resultado de toda una serie de costumbres y comportamientos machistas y misóginos intrínsecos en nuestra sociedad en contra de niñas y mujeres en los ámbitos físico, psicológico, sexual y económico.
Esta violencia deriva de códigos culturales y sociales que otorgan poder y autoridad a los hombres sobre las mujeres, y permite actos de maltrato en el hogar, la familia, el trabajo, los espacios públicos y la comunidad.
La Organización de las Naciones Unidas señala que la violencia contra niñas y mujeres es una de las violaciones a derechos humanos más graves y extendidas en el mundo. Duele constatar que este problema es parte de la cotidianidad en nuestra sociedad.
Debido a la complejidad y gravedad del desafío, avanzar hacia la erradicación de la violencia contra las mujeres demanda asumir responsabilidades y compromisos por parte de todos los actores sociales, comenzando con el Estado, pero también con la sociedad civil organizada, la iniciativa privada y las instituciones educativas, para que cada uno, desde nuestro ámbito de acción, tomemos medidas enérgicas para prevenir, investigar, sancionar y eliminar todos los actos de violencia de género.
Es inadmisible cruzarnos de brazos y permanecer callados sabiendo que cada día en México mueren nueve mujeres víctimas de la violencia.
Las escuelas y universidades deben ser espacios en donde las relaciones entre hombres y mujeres no estén sujetas a los nefastos códigos machistas de poder o a cualquier tipo de prejuicio.
Son espacios por excelencia donde no cabe ninguna discriminación por sexo, y donde el trato y acceso a oportunidades debe ser plenamente igualitario hacia hombres y mujeres.
Los docentes como formadores de niños y jóvenes deben contribuir decididamente a combatir los estereotipos de género en las aulas y las conductas, para ello requieren contar con la capacitación y las herramientas adecuadas para lograrlo.
El compromiso formativo de las escuelas y universidades debe también incluir generar conciencia sobre la gravedad del problema de la violencia de género en nuestro país, y asegurar que todos dentro de la comunidad estudiantil se asuman como sujetos activos en la defensa de los derechos de las mujeres.
Es indispensable realizar tareas de prevención, investigación, difusión y capacitación entre la comunidad sobre este tema.
Es imperativo que las instituciones cuenten con protocolos de atención en casos de violencia de género. Pero no basta con tener un manual archivado en el librero para anunciar que ya se cumplió.
Implementarlo de manera eficaz y con rigor requiere de un compromiso serio de todos los días por parte de la comunidad estudiantil, de enfrentar el problema abiertamente y de raíz, de romper inercias, de no tolerar ninguna conducta inapropiada, de contar con mecanismos adecuados de denuncia, de atenderlos, darles seguimiento y sancionar cuando sea necesario.
Se necesita también asignar los recursos para implementarlo, de contar con personal capacitado, de evaluar el cumplimiento con los protocolos, de medir su impacto, de actualizarlos. Rendir cuentas ante nuestra comunidad de que estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para garantizar que en nuestros espacios no se tolera ningún tipo de violencia.
Sólo cuando todos nos asumamos responsables de erradicar cualquier manifestación de discriminación, maltrato físico o emocional contra las mujeres será cuando logremos avanzar decididamente en tener un país libre, igualitario y justo para todos.
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desde con base a alguna vez en su vida
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