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Respuesta:Tras la Crisis de 1929, muchos países se volcaron hacia regímenes totalitarios para salir de la catastrófica situación financiera en la que se encontraban. Sin embargo, en Estados Unidos decidieron apostar por un cambio en la política de la nación y las elecciones de noviembre de 1932 las ganó el demócrata F.D. Roosevelt. El Partido Demócrata era conocido por realizar una política económica intervencionista, por lo que el nuevo presidente tenía como objetivo frenar las consecuencias negativas (paro, bajada del consumo) que se habían producido tras el “crack” bursátil tres años atrás.
Roosevelt se rodeó de lo que llamaron “brain trust”, es decir, un equipo de políticos liberales y reformadores que tenían como inspiración las teorías del economista inglés John Maynard Keynes. Para el nuevo equipo, la Crisis del 29 es el resultado de un excedente de producción y de una insuficiencia del consumo. Por tanto, abogan por una “nueva distribución de las rentas”, llamada “New Deal”, que reduzca la capacidad de producción mientras aumenta el poder adquisitivo. Hay tres medidas principales que se engloban dentro de este cambio de rumbo.
Primero, están las medidas financieras. Con el fin de detener la cadena de quiebras bancarias, autorizan a la Reserva Federal a conceder a los bancos créditos sobre títulos y efectos descontables. En otras palabras, aprueban el uso de la inflación, que es legalizada en abril de 1933.
También tiene un apartado social: la lucha contra el paro. En mayo de 1933, se autoriza el pago de subvenciones federales a los distintos Estados para que estos distribuyan ayudas a los parados. Combinado con esta política, se empezaron a realizar grandes obras públicas en las regiones más atrasadas del país. No fueron construcciones aleatorias, sino orientadas a ofrecer posibilidades de empleo futuro, como por ejemplo en Tennessee, donde se crearon presas hidroeléctricas y sistemas de riego.
En septiembre del 35 se aprobó el “Social Security Act”, una ley que ideaba ayudas para los jubilados y los parados. Todas estas medidas fueron financiadas mediante impuestos a las bebidas y a las rentas no distribuidas de las empresas. En la parte negativa, se generó un déficit presupuestario que acabó desapareciendo con la recuperación del país.