Respuestas
A partir del año 2001, la crisis socio-política y económica argentina y su posterior recuperación se vieron reflejadas por el arte en las calles de Buenos Aires. Las imágenes propuestas por el arte callejero impusieron una ruptura con la cultura neo-liberal mediante la fractura del signo: en una primera instancia, inundando los muros en son de denuncia con grafitis, pintadas y esténciles, y en una segunda instancia, asumiendo, mediante enormes murales, una alternativa estética a la capitalización de la ciudad manifiesta en la publicidad y los medios masivos de comunicación. El arte callejero argentino es concebido como una revolución.
Palabras clave: arte callejero, simulacro, supranarrador, semiocracia, resistencia estética.
Abstract:
Since 2001, the art on the streets of Buenos Aires reflected the Argentinean socio-political and economic crisis and its subsequent recovery. Images proposed by street art imposed a break up with neo-liberal culture by fracturing the sign: first, through walls flooded with graffiti, interventions, and stencils denouncing the system, and then, through huge murals, an alternative aesthetic to the capitalization of the city reflected in advertising and mass media. Argentinean street art is conceived as a revolution.
Keywords: Street Art, Simulacra, Supranarrator, Semiocracy, Aesthetic Resistance.
Buenos Aires es hoy en día, junto a San Pablo y Santiago, una de las principales capitales del arte callejero latinoamericano. Se denomina arte callejero o posgrafiti a las diversas intervenciones pictóricas realizadas por la ciudadanía, y, por lo general, en contra del establishment político y artístico. El arte callejero incluye el grafiti (Gándara, Kozak), las pegatinas, el esténcil (Indij, Hasta la Victoria Stencil; Indij, Stencil: Argentina Graffiti), las intervenciones sobre material publicitario, el mural y el escrache pictórico, que se entiende como acción política directa (V.V.A.A.). El primer testimonio de grafiti en la capital argentina se conoce en el año 1904, por voz de José María Ramos Mejía, con su obra Los simuladores del talento en las luchas por la personalidad y la vida1. El autor adjudica el grafiti a individuos dispuestos a resquebrajar el sistema materializando con sus letras grietas invisibles en el cuerpo de la urbe que, por aquel entonces, crecía desenfrenadamente.
La literatura argentina de las primeras décadas -Roberto Arlt, notablemente-incorporó al imaginario local las imágenes porteñas del hacinamiento, el hambre, los modos pícaros de la supervivencia, el espacio multirracial, el cocoliche, el barroco caótico de la calle. En dicho contexto, el grafiti, tanto en aquel entonces como hoy en día, jugaba el rol de la denuncia, era y es un testimonio y un grito que busca oponerse a la violencia que impone la ciudad, pero también apela a la construcción de una alternativa que el signo formula como incógnita para imaginar.
Durante todo el siglo XX, el grafiti dejó su huella como respuesta política a los sucesos de orden público. De hecho, el arte callejero se postula como dialógico, es decir, estableciendo una semántica intertextual entre orden y anarquía. Si en tiempos de Perón los grafitis contestatarios se propagaban en tiza y la propaganda oficial se expresaba mediante murales de exacerbado tamaño, durante las dos décadas siguientes la resistencia peronista dejaría sus huellas en las letras P/V, que hoy en día el oficialismo retoma en su versión kirchnerista K/V. Posteriormente, durante la última dictadura 1976-1983, la voz ciudadana fue apagada, pero el retorno a la democracia estuvo marcado precisa e inmediatamente por la toma de la calle a partir de la palabra: en septiembre de 1983, la intervención de tres artistas denunciaba mediante pegatinas de siluetas humanas el siluetazo, la desaparición de 30.000 personas (imagen 1)2. Desde entonces, la intervención en el espacio urbano es sinónimo y símbolo de acción libertaria, antiautoritaria, e, incluso, medio por el cual se materializa la democracia directa: la voz colectiva dice, la dicotomía persona/Estado busca disolverse.
Explicación:
es subjetivo a la manera de pensar de las personas, algunos piensan que el graffiti está bueno y no se debe pintar la pared, u otros piensan que la pared está arruinada