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El método de Sócrates implica que la verdad ya se halla en el interior de cada uno, y sólo es preciso “hacerla salir”. Dicho de otro modo, para adquirir conocimientos verdaderos no es preciso que observemos la naturaleza y juzguemos a partir de los datos que nos aportan los sentidos. Contrariamente, el método socrático nos invita a buscar la verdad en nuestro interior, por medio de la introspección y con ayuda de la razón. Este punto de vista pone a la razón por encima de la experiencia como método para adquirir conocimiento, es decir, sigue una línea de pensamiento “racionalista” (cuyos antecedentes los hallaríamos en autores como Parménides o los pitagóricos). Esta idea de que ya somos poseedores de la verdad, aunque no seamos conscientes de ello, será determinante en la filosofía platónica.
El hecho de asociar el conocimiento de verdades absolutas a la actividad de la razón, entendida como una facultad del alma, y oponerlo al conocimiento “aparente” de los sentidos, sitúa al alma en un plano “superior” al cuerpo, y semejante a sus objetos de conocimiento. Dicho de otro modo; si el alma es capaz de mostrarnos ideas absolutas y eternas, mientras que las percepciones del cuerpo nos muestran un mundo perecedero y cambiante, si el tipo de conocimiento que nos enseña cada uno es distinto, entonces también su naturaleza (la del alma y la del cuerpo) debe ser distinta. Platón desarrollará mucho más esta cuestión; pero la semejanza entre el alma y el conocimiento que puede proporcionarnos (eterno y verdadero) ya estaba implícita en el pensamiento de Parménides (vía de la verdad-vía de la opinión).
El intelectualismo moral
Sócrates afirmaba que el bien existe por sí mismo, independientemente de las convenciones humanas, y que se puede llegar a él por medio de la introspección y a través de las preguntas adecuadas. Este postulado se denomina intelectualismo moral. Sócrates identificaba el bien con la justicia, la sabiduría y la felicidad, de forma que cuando conocemos el bien no tenemos otro remedio que actuar correctamente, pues comprendemos que eso es lo mejor y que así nos convertimos en personas más sabias y felices. Como todo el mundo desea su propia felicidad, conocer el bien implica comportarse en consecuencia; así pues los malvados actúan mal por ignorancia.
El intelectualismo moral tiene varias implicaciones importantes. En primer lugar, establece una ética que no es convencional y que está basada en principios morales absolutos. En segundo lugar, propone la razón como método de investigación moral, pues ella es la única que nos puede conducir hacia el conocimiento. En tercer lugar, implica que esas verdades están inscritas de algún modo en nuestra razón, de tal modo que ésta, por sí misma, es capaz de mostrárnoslas. Por otra parte, al identificar al malvado con el ignorante, introduce la idea de que el mal puede ser combatido a través de la enseñanza. Por último, asociar el conocimiento del bien a la felicidad significa atribuir a la ética un objetivo que la justifica (pues solo el hombre justo puede llegar a ser feliz). Esto significa que la ética, lejos de ser un mero conjunto de normas impuestas, persigue un fin deseable para cualquier persona.