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Recomendaciones de actividad física para la población entre 5 y 17 años
Se recomienda la realización de actividad física moderada o vigorosa durante un mínimo de 60
minutos diarios, pudiendo repartirse en dos o más sesiones, en su mayor parte aeróbica e intercalando
actividades vigorosas para el fortalecimiento muscular y óseo tres veces a la semana. La actividad
física durante más de 60 minutos aporta beneficios adicionales para la salud.
Es necesario evitar conscientemente el sedentarismo. Cualquier tipo de actividad cotidiana es mejor
opción que permanecer sedentario. En este sentido, y a modo de ejemplo, en los desplazamientos
cotidianos es recomendable caminar, utilizar la bicicleta y subir por las escaleras en lugar de
utilizar medios de transporte, ascensores y escaleras mecánicas. Es recomendable potenciar el
desplazamiento al centro educativo andando o en bicicleta. Obviamente, es importante asegurar el
tiempo de estudio y de aprendizaje como una actividad sedentaria prioritaria; sin embargo, se debe
limitar en todo lo posible el tiempo que el niño o el adolescente esté en situación de inactividad
física o sedentarismo totalmente pasivo, realizando actividades en el tiempo del recreo escolar y
potenciando las actividades extraescolares.
El desarrollo de la actividad y ejercicio físico será un momento de diversión y juego. Son preferibles las
actividades en grupo, divertidas y al aire libre que permitirán un refuerzo positivo, consiguiendo que se
mantengan como “hábito divertido” y se incorporen a lo cotidiano con más facilidad que los “hábitos
saludables” impuestos y muy sacrificados para los niños. Desarrollar ejercicios de fortalecimiento
muscular a través del juego.
Se debe asegurar que el entorno físico en el que se practique una actividad sea adecuado y sin
peligros. Del mismo modo, también se deben cumplir las normas de seguridad básicas para la práctica
de cualquier deporte (utilización de casco y protecciones en caso necesario, material reflectante para
evitar atropellos, etc.).
La actividad física se recomienda en cualquier condición de salud. No solamente la debe practicar el niño
sano. La práctica habitual de actividad física ha mostrado innumerables beneficios, adaptada a cada
situación o enfermedad, mejorando globalmente el estado de salud (condición cardiorrespiratoria,
actitud, estado de ánimo, capacidad de recuperación física, etc.) y la evolución clínica de los niños
con enfermedad crónica y discapacidad. Incluso en aquellas condiciones que tradicionalmente
desaconsejaban su práctica (discapacidad motora, síndromes hipotónicos, enfermedades con
afectación cardiorespiratoria, etc.).
A la hora de hacer deporte, hay que asegurar el aporte de líquidos, sobre todo cuando la actividad es
intensa y el ambiente caluroso. Es conveniente hidratarse antes, durante y después del ejercicio físico,
ya que cualquier ejercicio, aunque sea moderado, produce la eliminación de cierta cantidad de agua
y sales minerales, sobre todo a través del sudor en países con unas condiciones ambientales de más
de 25 °C de temperatura y en especial en zonas con alta humedad relativa; además de un consumo
energético. Todo ello es importante para que la práctica de ejercicio sea provechosa, fácil de asumir
y sin riesgo metabólico