Respuestas
Respuesta:
Esta historia se denomino así, ya que los patos son animalitos, que les gusta mucho el agua y se le denomino así, como un apodo para los niños diciendo" al agua patos".
Espero que te sirva :))
Respuesta:
¡Chepibola para siempre! —dijo Martín tratando de salvarse de
una temible banda de piratas que amenazaban con darle muerte.
—Eso no se vale, pues, Martín, tienes que jugar bien, y no te rías
que te estoy hablando en serio —replicó Andrés frunciendo el
ceño, mientras agitaba sus manos bajo el agua de la orilla.
Martín había llegado a Pacasmayo de mala gana. Su intención era
pasar todas las vacaciones de verano en su casa con sus juegos
de video. ¡Sería genial! Después de tantos meses de colegio y
tareas, esta sería la mejor recompensa.
—De ninguna manera, Martín —dijo su mamá. —Necesitas sol y
aire libre, y visitar a tus abuelos te hará mucho bien. No había internet,
ni juegos de video… ¡ni siquiera tenían un televisor!
Al día siguiente de su llegada, su primo Andrés llegó a buscarlo
con Esteban y Raúl. Martín salió con cara de pocos amigos, pero
el sol ya calentaba y había que darle una oportunidad a la playa.
La verdad era que estaba rico echarse boca abajo, meter manos
y pies bajo la arena seca, sentir el abrigo de los finos granos que
desaparecen como por arte de magia entre los dedos. Y, qué rico
pensar después en cualquier otra cosa: en las musarañas, por
ejemplo, o en las malaguas echadas a sus anchas sobre la arena.
—Entrar corriendo es la mejor solución. —Martín soltó la frase
muy serio y tomó aire para darse fuerzas. Se sacudió la arena
mojada que traía pegada a la ropa de baño como cemento fresco,
y entró por fin al mar dando de alaridos.
—Para que vean que a mí el mar no me asusta —añadió, señalando a los bravos piratas de Andrés y sus amigos.
esperaban el momento preciso para salir corriendo a pechito una ola grande y gorda que pudiera llevarlos
hasta la orilla.
Antes de salir del mar, Raúl soltó una grandiosa idea: “Vamos
hasta el banquito. Veamos quién llega primero, a la una, a las
dos y a las tres…”. Y los pequeños piratas arrancaron a nadar
con todas sus fuerzas, pataleando y dando gritos de contento.
El “banquito” del que hablaba Raúl no era otra cosa que una
formación de arena nacida del movimiento de las aguas, una
especie de banco donde uno podía bañarse sin el temor de ser
sorprendido por la altura del agua. Los chicos podían estar muy
lejos de la orilla y, aun así, tener piso sin ningún problema, pues
el agua alcanzaba apenas la altura de sus rodillas. Eso sucedía,
claro está, con los muchachos de ocho y nueve años como estos
piratas que gozan en el mar. Sin embargo, a los más grandes —de
once y doce años para arriba—, el agua les rozaba las canillas, y
podían darse el lujo de jugar con una pelota en pleno océano,
lanzándola al aire para intentar dibujar con sus cuerpos una
elegante “tijera” o una arriesgada “chalaquita”.
El famoso banquito era un deleite para los más chicos por una
simple razón: la fantástica experiencia de hallarse a decenas de
metros de la orilla y, aún así, tener piso, no se comparaba con
nada en estos días inolvidables de comienzos de verano.
Jugar en el “banquito” era la mejor manera de terminar una
divertida mañana. Chapotear entre las olas, mirar el horizonte
que se abría antes sus ojos, y aquel viejo muelle de madera
donde hace muchos años solían llegar unos barcos enormes
desde los puertos más famosos del mundo entero.
Martín no pudo evitar dibujar una sonrisa en su rostro
Explicación:
no esta toda la historia esta un poco resumido porsiaca no esta tam bien pero mejor q la otra respuesta.