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La ambigüedad básica de la política de Rosas estaba dada en el hecho de confesarse autonomista respecto de los intereses de Buenos Aires, y simultáneamente practican una política intervencionista respecto del Interior, ya que también manejaba las relaciones exteriores de la Confederación.
Impuso una dictadura que estaba representada por la concentración de poderes en el Ejecutivo conocida en su momento como “la suma del poder público”. Esto se puede explicar, dese el siguiente punto de vista, la sociedad porteña, agotada por los enfrentamientos, dio apoyo a la constitución de un poder fuerte.
El Régimen Rosista quitó todo espacio posible a la oposición política tanto fuera como dentro de la misma facción federal. Lo esencial era el mantenimiento del orden y de por lo tanto la disidencia identificada con la anarquía, no tenía reconocimiento alguno en el interior del régimen.
Se construyó una identificación entre la lealtad a la causa federal y la debida a la provincia. Se buscó homogeneidad de oposición a través de mecanismos que forzaban a la exteriorización de la adhesión al federalismo. Por ejemplo, se estableció la obligación de portar sobre las prendas una divisa de color punzó. La imagen del gobernador comenzó a decorar el interior de los hogares, así como también el de las iglesias pues la exhibición de su retrato era exigida por ley. La imagen de Rosas también alcanzó la calle, ya que en las procesiones de la Sociedad Popular Restauradora, portaban su retrato. Asimismo, la vestimenta servía para exhibir la adhesión política: el color colorado, distinguía a los federales y el celeste representaba a los unitarios.
Con los adversarios el régimen procedió a la eliminación civil o física. Un instrumento de esta persecución política fue la Mazorca, un grupo de choque de la Sociedad Popular Restauradora, el accionar de este grupo, causó la emigración de buena parte de los opositores.
Al igual que los caudillos del Interior, Rosas miembro relevante de las clases altas de la sociedad porteña, no dudó en ganarse la adhesión de las clases bajas rurales y urbanas a través de la identificación de su figura con el rescate cultural de las costumbres populares, ya que hacía visibles esfuerzos por adoptar las costumbres gauchas y destacarse en las habilidades que la población rural tenía en alta estima, como el arte ecuestre y el manejo del cuchillo. También, en la ciudad el gobernador intervenía personalmente en las festividades populares.
Explicación:
corona o puntos porfa