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Respuesta:
aca ta
Explicación:
La virgen del cobre se le apareció a tres pescadores: Juan el Negro, Juan el Indio y Juan Español…Este párrafo no lo utilizmos
Para comenzar permítaseme algunas observaciones y un par de preguntas:
Primera observación: En general cuando hablamos de cultura esencialmente hablamos de lengua o de familias de lengua, como en el caso de la latinidad. Con matices, como los que puede haber dentro de la cultura en inglés, entre el slang y el cockney. Es así incluso cuando aludimos al mestizaje: como cuando nos referimos al fenómeno cultura hispano en los EEUU en términos de spanglish.
Así nos parece mucho más real hablar de cultura iberoamericana, que de cultura europea (concepto que se intenta afirmar dentro de la CEE). Conclusión ésta que debera ser de peso para reflexionar sobre la especificidad de las relaciones de España con América latina, más allá del marco de las que con ella pueda mantener en tanto miembro de la CEE.
Segunda observación. Para hablar de la cuestión cultural en un proceso de regionalización (término que se impone cada vez más en el discurso de los sociólogos y economistas), o de las relaciones entre regiones, creo preferible el término comunidad al de región, porque región alude más bien a una dimensión geográfica, aunque puede estar doblado por una dimensión política o económica, y la cultura es un fenómeno esencialmente humano y social, que si solapa la geografía en la mayoría de los cuadros regionales, no se agota en sus límites. Región y comunidad cultural se translimitan constantemente, o bien la región sobrepasa la comunidad cultural, cuando el marco de la región es más amplio que el espacio de la lengua, como ocurre cuando se trata de una comunidad pluricultural pactada, caso en que la cultura puede funcionar como un enclave, como un discurso de identidad diferenciador y con relaciones específicas, políticas y económicas, dentro de la cultura que domina en la región. Circunstancias como ésta explican al menudo el conflicto entre nación y «minorías culturales», e incluso el reflorecimiento y la agusización de sentimintoe nacionales en el cuadro de sistemas de globalización, más amplios que los nacionales. Pero también la lengua puede exceder la región. Creando una comunidad cultural multiregional, y abriendo un abanico de intereses contrapuestos entre comunidad cultural y región económica, que a menudo resultan difíciles de arbitrar. Y que plantea serios problemas de equilibrios a los países que estando dentro de una comunidad cultural, se integran en distintos procesos de regionalización.
¿Es este el caso de Iberoamérica y la CEE?
Tercero es necesario insistir en que en los hechos el proceso de integración ha sido concebido fundamentalmente como comercial y económico, con una sospecha política más o menos viva, pero en general indefinida, que por el momento la integración expresa los pragmatismos del mercado; y que prácticemente nadie se ha planteado seriamente la función activa de la cultura en este proceso. No hay un proyecto cultural de integración. Se espera que la cultura responda expontáneamente a esta cuestión. Hay en esta actitud una idea ciertamente mecanicista de la cultura.
Cuarto, es por eso que cuando reflexionamos sobre la cultura en la perspectiva de los procesos de regionalización, de sus relaciones entre sí, o de las perspectivas del Estado‑Nación en el contexto geopolítico del próximo milenio, no puedo dejar de pensar en Gramsci, en Gramsci más que en Althuser y su comprensión de la cultura como aparato ideológico del Estado, porque fue precisamente Gramsci el que sacó la cultura de la superestructura pasiva a que la reducía la interpretación mecanicista del pensamiento de Marx y le devolvió su rol activo y, sobre todo, creativo, en el proceso transformador de la sociedad.