que actitudes o comportamientos pueden atentar con nuestro derecho de vivir nuestra sexualidad a plenitud y de manera saludable
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1) Vivir la sexualidad con plenitud supone que cada persona aprenda a conocer sus genitales y su cuerpo, y su manera de sentir, gozar y amar; que aprenda a aceptarse y gustarse lo más posible; que aprenda a vivir su sexualidad del modo que le resulte más satisfactorio y que le permita ser feliz.
2) Vivir la sexualidad de forma placentera no es sólo vivir los coitos. Un coito es sólo una de las muchas maneras que tenemos los seres humanos de expresar nuestra sexualidad. Pero existen otras muchas formas de expresarla y de sentirla: caricias, abrazos, besos, masajes, masturbación (a solas o compartida con la pareja), sexo oral (caricias con la boca o lengua en los genitales), entre otras…
3) Vivir la sexualidad desde el respeto y el reconocimiento de que la sexualidad de la mujer y la sexualidad del hombre son igualmente importantes. Todos y todas tenemos derecho a recibir información sexual, a que las relaciones sexuales resulten satisfactorias y placenteras y a que se respeten nuestros derechos sexuales y reproductivos.
4) Vivir la sexualidad desde nuestro marco cultural porque cada cultura concibe la sexualidad de diferente forma, en relación con qué se entiende por “sexualidad”, por erótica, y qué importancia se le concede socialmente, así como lo que “está bien visto” hacer, y lo que está “mal visto” o incluso castigado y perseguido. También cada cultura tiene unas ideas diferentes sobre los roles de género (“los hombres deben ser de esta manera y las mujeres de otra, esto lo pueden hacer los hombres pero no las mujeres, esto es cosa de mujeres y no de hombres…”). Pero ya sabemos que las ideas nacen, evolucionan o se modifican… Pensando, reflexionando, avanzan las culturas del mundo del mismo modo que las sexualidades de las personas también evolucionan y cambian con el tiempo. Como hemos señalado anteriormente, toda cultura tiene el derecho de construir su propia visión de la sexualidad y merece ser respetada. Pero, como es obvio, para merecer ese respeto es imprescindible estar dentro del marco de los Derechos Humanos y de la Igualdad entre mujeres y hombres.
5) Vivir la sexualidad tiene que ver con mujeres y con hombres. Aunque determinados aspectos de la sexualidad se siguen considerando como principalmente de hombres o principalmente de mujeres, estas cuestiones están cambiando. Los cambios sociales son lentos pero si nos comunicamos con nuestras parejas sobre nuestros gustos y deseos podemos acelerarlos.
6) Vivir la sexualidad es complicado para las mujeres, pues debido a los tabúes y a la posibilidad de quedarse embarazadas, para muchas mujeres resulta muy complicado conocerse en lo referente al plano erótico, conocer su cuerpo y sus genitales, y aprender a valorar su sexualidad fuera de la reproducción, aprender sobre su placer y su satisfacción, que es tan importante como la del varón.
SSCC_27) Vivir la sexualidad supone superar los roles de género, que en todas las culturas, con mayor o menor intensidad, colocan a muchas mujeres en situación desfavorable de cara a su desarrollo personal y laboral. Sigue siendo la mujer la parte más implicada (a veces la persona exclusiva mente implicada) en las tareas domésticas, cuidado familiar, de las hijas e hijos y de las personas de pendientes, incluso cuando además trabaja fuera del hogar. Muchos varones siguen considerando el trabajo doméstico como una responsabilidad femenina. Esta sobrecarga de trabajo par a la mujer supone un excesivo agotamiento para ella y repercute en que dispone de menos tiempo para invertir en sí misma y en su relación de pareja.
8) Vivir la sexualidad exige conocer nuestra sexualidad, porque según vamos creciendo, aprendemos cosas sobre nuestra sexualidad. Por ejemplo, aprendemos a valorarnos, aprendemos cómo son nuestros cuerpos, cómo son otros cuerpos, aprendemos del afecto y sobre cómo se relacionan las personas que se quieren. También nos vamos formando una idea sobre la sexual dad, qué es, cómo se expresa, si es algo positivo y fuente de bienestar o no…
9) Vivir la sexualidad implica discriminar lo que sentimos de lo que nos dicen que debemos sentir, porque lo que nos cuentan y lo que nos transmiten por distintas vías influye mucho en nuestro auto-concepto sobre sexualidad. Nuestra sexualidad no es algo vergonzoso, sino por el contrario algo valioso, importante. Por eso, merece la pena tener curiosidad, hablar, preguntar, informarse… porque todo esto nos va a permitir vivir nuestra sexualidad de la manera más satisfactoria posible.
10) Vivir la sexualidad requiere aprender sobre sexualidad porque nos puede ayudar a:
– Conocernos mejor, nuestros cuerpos, nuestros deseos…
– Encontrarnos mejor en las relaciones de pareja
– Disfrutar más en las relaciones sexuales
– Conocer más sobre reproducción, maternidad, paternidad…
2) Vivir la sexualidad de forma placentera no es sólo vivir los coitos. Un coito es sólo una de las muchas maneras que tenemos los seres humanos de expresar nuestra sexualidad. Pero existen otras muchas formas de expresarla y de sentirla: caricias, abrazos, besos, masajes, masturbación (a solas o compartida con la pareja), sexo oral (caricias con la boca o lengua en los genitales), entre otras…
3) Vivir la sexualidad desde el respeto y el reconocimiento de que la sexualidad de la mujer y la sexualidad del hombre son igualmente importantes. Todos y todas tenemos derecho a recibir información sexual, a que las relaciones sexuales resulten satisfactorias y placenteras y a que se respeten nuestros derechos sexuales y reproductivos.
4) Vivir la sexualidad desde nuestro marco cultural porque cada cultura concibe la sexualidad de diferente forma, en relación con qué se entiende por “sexualidad”, por erótica, y qué importancia se le concede socialmente, así como lo que “está bien visto” hacer, y lo que está “mal visto” o incluso castigado y perseguido. También cada cultura tiene unas ideas diferentes sobre los roles de género (“los hombres deben ser de esta manera y las mujeres de otra, esto lo pueden hacer los hombres pero no las mujeres, esto es cosa de mujeres y no de hombres…”). Pero ya sabemos que las ideas nacen, evolucionan o se modifican… Pensando, reflexionando, avanzan las culturas del mundo del mismo modo que las sexualidades de las personas también evolucionan y cambian con el tiempo. Como hemos señalado anteriormente, toda cultura tiene el derecho de construir su propia visión de la sexualidad y merece ser respetada. Pero, como es obvio, para merecer ese respeto es imprescindible estar dentro del marco de los Derechos Humanos y de la Igualdad entre mujeres y hombres.
5) Vivir la sexualidad tiene que ver con mujeres y con hombres. Aunque determinados aspectos de la sexualidad se siguen considerando como principalmente de hombres o principalmente de mujeres, estas cuestiones están cambiando. Los cambios sociales son lentos pero si nos comunicamos con nuestras parejas sobre nuestros gustos y deseos podemos acelerarlos.
6) Vivir la sexualidad es complicado para las mujeres, pues debido a los tabúes y a la posibilidad de quedarse embarazadas, para muchas mujeres resulta muy complicado conocerse en lo referente al plano erótico, conocer su cuerpo y sus genitales, y aprender a valorar su sexualidad fuera de la reproducción, aprender sobre su placer y su satisfacción, que es tan importante como la del varón.
SSCC_27) Vivir la sexualidad supone superar los roles de género, que en todas las culturas, con mayor o menor intensidad, colocan a muchas mujeres en situación desfavorable de cara a su desarrollo personal y laboral. Sigue siendo la mujer la parte más implicada (a veces la persona exclusiva mente implicada) en las tareas domésticas, cuidado familiar, de las hijas e hijos y de las personas de pendientes, incluso cuando además trabaja fuera del hogar. Muchos varones siguen considerando el trabajo doméstico como una responsabilidad femenina. Esta sobrecarga de trabajo par a la mujer supone un excesivo agotamiento para ella y repercute en que dispone de menos tiempo para invertir en sí misma y en su relación de pareja.
8) Vivir la sexualidad exige conocer nuestra sexualidad, porque según vamos creciendo, aprendemos cosas sobre nuestra sexualidad. Por ejemplo, aprendemos a valorarnos, aprendemos cómo son nuestros cuerpos, cómo son otros cuerpos, aprendemos del afecto y sobre cómo se relacionan las personas que se quieren. También nos vamos formando una idea sobre la sexual dad, qué es, cómo se expresa, si es algo positivo y fuente de bienestar o no…
9) Vivir la sexualidad implica discriminar lo que sentimos de lo que nos dicen que debemos sentir, porque lo que nos cuentan y lo que nos transmiten por distintas vías influye mucho en nuestro auto-concepto sobre sexualidad. Nuestra sexualidad no es algo vergonzoso, sino por el contrario algo valioso, importante. Por eso, merece la pena tener curiosidad, hablar, preguntar, informarse… porque todo esto nos va a permitir vivir nuestra sexualidad de la manera más satisfactoria posible.
10) Vivir la sexualidad requiere aprender sobre sexualidad porque nos puede ayudar a:
– Conocernos mejor, nuestros cuerpos, nuestros deseos…
– Encontrarnos mejor en las relaciones de pareja
– Disfrutar más en las relaciones sexuales
– Conocer más sobre reproducción, maternidad, paternidad…
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