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Este texto trata de una pequeña villa en Holanda, donde habitan muy pocas personas, especialmente de mayor edad, físicamente con ojos grandes, nariz abultada, gordos y no muy altos, cada uno se encontraba sentado en el sillón de su casa observando a los lejos el reloj de pueblo que está ubicado en el campanario. Todas sus casas eran idénticas, los mismos colores, la misma estructura y la vida de toda la villa giraba en torno a las horas del reloj; así pues, tenían a un encargado de supervisar el funcionamiento del este, era una persona grande, con pipa en la boca, ojos saltones y siempre atento a la marcha del reloj.
Simultáneamente, se ve a los lejos un personaje que se acerca a la villa, todos lo miran de reojo, sin perder de vista el reloj. En efecto dicho personaje continuaba acercándose sin detenerse y quiere lo observaban asombrados empezaron a distinguir sus rasgos, de ojos grandes, nariz larga y dientes enormes, además de una pintoresca personalidad, ya que mientras avanzaba bailaba sin parar, con pasos descoordinados que llamaban la atención, mientras más se acercaba, el reloj también avanzaba acercándose al medio día, momento en el cual la villa a modo de ritual contaban sus campanadas. Así pues, en el momento dejaron avanzar al sujeto y prosiguieron con su ritual, fue así que el personaje se acerco lo suficiente y se adentro en el campanario donde empezó a bailar y a tocar más de tres veces la campana, en ese momento el puede desorientado entro en pánico y rompió la rutina que llevaba por décadas.
Para concluir, no siempre nuestro mundo gira en torno a un objeto o persona, también es bueno y necesario romper con la rutina, para desatar en caos e innovar en soluciones y nuevos puntos de vista y estrategias que permitan superar las adversidades y estar preparados para el cambio.
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