Respuestas
Historia y memoria
Historia y memoria nacen de una misma preocupación y comparten el mismo objeto: la elaboración del pasado12. Por ello, la relación entre ambas ha suscitado una amplia gama de interpretaciones que la han definido en términos de oposición, analogía y diálogo. Hasta el siglo XX, la memoria y la historia se suponía que estaban superpuestas haciendo que la historia se identificara con la memoria13. Cuando el historicismo clásico entró en crisis –por el cuestionamiento simultáneo de la filosofía, el psicoanálisis y la sociología– se produjo la disociación entre memoria e historia comenzando a definirse como universos diferenciados. Fue el sociólogo Maurice Halbwachs quien definió que del lado de la memoria se situaba lo concreto, lo vivido, lo sagrado y lo mágico, mientras que del lado de la historia se encontraba el relato único, total y generalizador. Así, la historia sólo comenzaba cuando se acababa la tradición o cuando se descomponía la memoria social14.
Tiempo después, los aportes de Halbwachs fueron retomados por Pierre Nora para delimitar las diferencias y funcionamientos específicos de la historia y la memoria presentando una oposición entre ambas. Para Nora, la memoria es la vida en evolución permanente, abierta al recuerdo y a la amnesia, vulnerable a las manipulaciones y susceptible de estar latente y de revitalizarse. La historia, por el contrario, es la operación intelectual de análisis crítico que evita censuras, encubrimientos o deformaciones. Nora planteó que "la memoria es un absoluto y la historia no conoce sino lo relativo"15 por lo que la relación que se establece es la de una historia distanciada de la memoria que toma a esta última para analizarla, reconstruirla científicamente y desacralizarla16.
Sin embargo, esta pretendida rigurosidad y cientificidad de la historia fue puesta en cuestión desde una mirada subjetivista de la historia. Así se produjo una analogía entre memoria e historia ya que ésta última también puede dar lugar a construcciones igualmente fetichizadas y ficcionales. La sacralización, mitificación o amnesia, lejos de ser exclusivos de la memoria, son también parte posible de la historia y su escritura17.
Como forma de superar la oposición y la analogía entre historia y memoria, otros autores han hablado de un diálogo, de una conjunción nutrida entre ambas. Es el caso de Paul Ricoeur quien entiende que historia y memoria son dos formas de representación del pasado gobernadas por regímenes diferentes: la historia aspira a la veracidad mientras que la memoria pretende la fidelidad18. La historia basa su pretensión de veracidad en su función crítica sostenida en tres niveles: documental, explicativo e interpretativo19. Los historiadores buscan pruebas documentales para reconstruir los hechos históricos explicando sus causas, motivos y razones para encadenarlos en la escritura historiográfica. En este caso, los testimonios, las fuentes orales, las memorias son sometidas a los resguardos metodológicos de los historiadores como cualquier otra fuente. La memoria, por su parte, se afana en recuperar celosamente las experiencias de los testigos, en las historias mínimas, próximas y vitales, en reconocer su carácter único e irremplazable.
Ante estas lógicas tan diferentes, Ricoeur señala que no se trata de plantear una contraposición de virtudes sino de un vínculo dialéctico, de interpelación e influencia. En este diálogo, la historia intenta "normalizar" la memoria al enmarcarla dentro de un relato más general y global. Por su parte, la memoria pretende "singularizar" la historia en la medida en que es indiferente a las reconstrucciones de conjunto y escasamente proclive a las comparaciones, contextualizaciones y generalizaciones20. Allí donde el historiador ve una etapa de un proceso, un testimonio muestra un acontecimiento singular, incomparable y superlativo21. En este diálogo, no puede subsumirse la historia a la memoria (como si ésta última remitiera a las vivencias "auténticas") ni tampoco preferir la historia (como si ella asegurara eludir las "trampas" de la memoria). Lo que se produce es una interacción mutuamente cuestionadora que somete a la memoria a la dimensión crítica de la historia y coloca a la historia en el "movimiento de la retrospección y el proyecto" de la memoria22.
Visto desde la historia, la relación con la memoria puede construirse de varias formas: la memoria puede ser recurso para la investigación en el proceso de obtener y construir "datos" sobre el pasado23; puede ser un espacio que es "corregido" o normalizado por la historia (aunque sin caer en la ilusión de que la historiografía asegura ‘la verdad') y finalmente, la memoria puede ser objeto de estudio de la historia24. Desde el lado de la memoria, ésta le puede señalar a la historia qué temas debe investigar, preservar y transmitir (especialmente en trozos del pasado que se conservan a través de la rememoración) proporcionándole el hilo de Ariadna25.