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Varias décadas han pasado sin que se diluya en mi memoria aquella tarde en que, escuchando el habitual programa La Universidad Popular, el sacerdote Suárez Amaril (o Maril ), en uno de los segmentos del programa hizo una lectura dramatizada del poema Los Motivos del Lobo, de la autoría del poeta nicaragüense Rubén Darío.
Quedé algo impactada con el contenido de dicho poema cuyo autor desconocía hasta ese momento. Este poeta ido a destiempo ( 1867 1916 ), es un inmortal del género, y tuvo además una gran trascendencia en el Modernismo, movimiento literario del cual es su máximo exponente.
A través del tiempo hemos escuchado y leído esas historias cuyos autores / as usan a los animales para desde allí transmitir una enseñanza moral, es esta una literatura didáctica que ha enriquecido la tradición oral y la escrita, donde particularmente el lobo ha tenido un lugar relevante. Tanto en la literatura como en el imaginario colectivo las alusiones al lobo son frecuentes: Caperucita y el Lobo, El Hombre Lobo, la noche está como la boca de un lobo, esta noche viene el lobo. Esta última frase se emplea para significar la cercanía de momentos incómodos. Para dar la connotación de la naturaleza feroz del lobo, basta saber los adjetivos calificativos que emplea el autor a través del personaje Francisco de Asís: animal rudo, torvo, terrible, aire arisco, fauces agresivas, furioso, hocico diabólico, perverso, bestia temerosa. En oposición al perfil del animal.
En este poema, Francisco de Asís y el lobo, son los protagonistas, y el argumento es como sigue:
Había un país donde imperaban el miedo y la inseguridad, pues un lobo salía de su madriguera para convertirse en el terror del lugar. En sus acometidas, la fiera acabó con rebaños, pastores y cazadores. Su furia era indetenible, pero apareció el santo Francisco. De Asís, y con la frase: ¡paz hermano lobo!, el animal se amansó, y dijo: está bien hermano Francisco. El santo recriminó a la fiera por los daños causados, él explicó sus motivos: el hambre que pasaba en el bosque. Otro motivo fue que había visto a los hombres matar a los animales, y que no era por hambre que lo hacían. Luego de esto, se hace la paz. El lobo se torna en manso, y humilde, y se le aseguró que tendría de comer. El lobo entraba en las casas y comía solo si le daban de comer. Al verlo tan cambiado, la gente comenzó, a darle malos tratos. Un día en ausencia del santo el lobo volvió a sus viejas andanzas y reinó de nuevo el miedo y la alarma. Cuando Francisco de Asís regresa y va a pedirle cuentas al lobo, este le dice que en sus entrañas revivió la fiera, pues todas las criaturas eran mis hermanos, pero la gente cuando le vieron humilde le cayeron a palos y le echaron fuera, además, que él vio cómo los humanos hacían la guerra, ganaban los ricos y perdían los pobres. En todas las casas estaban la envidia, la saña, la lujuria, la infamia, el odio y la mentira. El santo escuchó los motivos del lobo, y entonces guardó silencio, y con lágrimas en los ojos elevó hacia Dios la oración del Padre Nuestro, y partió.
Son tres los momentos fundamentales de este cuento poético: el lobo es un animal feroz y está causando mucho pánico; el lobo por la acción de Francisco de Asís se transforma en un animal bueno; y finalmente el lobo después que ha visto los malos ejemplos que dan los humanos, vuelve a su naturaleza salvaje.