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Casi todos los estudiosos de la Antigüedad están de acuerdo en que Jesús de Nazaret existió históricamente,[8][9][10][11] pero los eruditos difieren sobre la historicidad de episodios específicos descritos en los relatos bíblicos de Jesús,[12] y los únicos dos eventos sujetos a «asentimiento casi universal» son que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista y fue crucificado por orden del prefecto romano Poncio Pilato.[13][14][15] Elementos cuya autenticidad histórica es objeto de controversia incluyen las dos narraciones del nacimiento de Jesús, los acontecimientos milagrosos, incluyendo la resurrección, y ciertos detalles acerca de la crucifixión.[16][17][18][19][20][21]
Según el punto de vista mayoritario, los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, conocidos colectivamente como los evangelios sinópticos, son las principales fuentes de información histórica sobre Jesús y del movimiento religioso que fundó.[1][22][23] El cuarto evangelio, el evangelio de Juan, es muy diferente de los tres primeros evangelios. Los historiadores suelen estudiar la fiabilidad histórica de los Hechos de los Apóstoles en el estudio de la fiabilidad de los Evangelios, pues Hechos fue aparentemente escrito por el mismo autor que el evangelio de Lucas.
Los historiadores someten a los evangelios a un análisis crítico, en un intento de diferenciar mejor lo auténtico, información fidedigna de posibles invenciones, exageraciones, y alteraciones.[1] Puesto que hay más variantes textuales en el Nuevo Testamento (200-400 mil) que letras en sus escritos (c. 140 mil),[24] los estudiosos utilizan la crítica textual para determinar qué variantes del evangelio podrían teóricamente tomarse como «originales». Para responder a esta pregunta, los investigadores tienen que preguntarse quién escribió los evangelios, cuándo los escribieron, cuál era su objetivo al escribir,[25] qué fuentes utilizaron los autores, el grado de fiabilidad de estas fuentes, y cuán alejados temporalmente estaban las fuentes de la historias que narran, o si se alteraron después. Los estudiosos también pueden mirar en la evidencia interna de los documentos, para ver si, por ejemplo, el documento está citando erróneamente textos del Tanaj hebreo, está haciendo afirmaciones sobre la geografía que eran incorrectos, si el autor parece estar ocultando información, o si el autor ha hecho una profecía acertada.[26] Por último, los expertos recurren a fuentes externas, incluyendo el testimonio de los líderes de la iglesia primitiva, escritores fuera de la iglesia (los historiadores, principalmente judíos y grecorromanos) que habría sido más propensos a haber criticado a la iglesia primitiva, y la evidencia arqueológica.