TEXTO:
Cada día, 1500 millones de niños y jóvenes en todo el mundo acuden a edificios que se llaman escuelas. Allí pasan largas
horas en salones donde algunos adultos tratan de enseñarles a leer y a escribir, así como matemáticas, ciencias y otras
materias. Esto cuesta, aproximadamente, el 5% de todo lo que produce la economía mundial en un año (en 2016,
ascendió a casi 76 billones de dólares, según datos del Banco Mundial).
Lamentablemente, mucha de esta inversión se pierde. Una gran parte de esos 1500 millones de estudiantes aprende
poco que les vaya a ser útil para moverse eficazmente en el mundo. Los esfuerzos que hace la humanidad para educar a
sus niños y jóvenes son titánicos, pero sus resultados no son los esperados.
Según el Informe sobre el desarrollo mundial (2018) del Banco Mundial, el 75% de los estudiantes de tercer grado en
Tanzania y Uganda tiene problemas para leer una frase sencilla como “El perro se llama Fido”. En Kenia, el 50% de los
estudiantes de quinto grado de primaria no puede restar números de dos dígitos; en Ghana, en segundo de primaria, este
porcentaje asciende al 70%. Hacia 2016, Brasil ha logrado mejorar las habilidades de los estudiantes de 15 años, pero al
actual ritmo de avance les llevará 75 años alcanzar la puntuación promedio en matemáticas de los países con mejor
rendimiento; en lectura, aunque suene irrisorio, les llevará más de dos siglos.
El mensaje central del informe es que la escolarización no es lo mismo que el aprendizaje. En otras palabras, que un
estudiante haya acudido al colegio o a la escuela secundaria no quiere decir que haya aprendido.
La buena noticia es que los progresos en escolarización han sido enormes. A finales de 2010, el número de años de
escolaridad completados por un adulto promedio en los países de menores ingresos se triplicó. En 2008, esos países tenían
una cobertura educativa equiparable con la de las naciones de mayores ingresos. Claramente, el problema ya no es la
falta de escolaridad. No se trata de que niños y adolescentes no puedan ir a la escuela, el problema es que, una vez llegados
allí, no aprenden lo que deberían. Más que una crisis de escolaridad, lo que hay es una crisis de aprendizaje.
El informe del Banco Mundial enfatiza que la escolarización sin aprendizaje no es solo una oportunidad perdida, sino
también una gran injusticia hacia los estudiantes pobres, quienes tienen por lo general un menor rendimiento
educativo que los estudiantes más favorecidos. En Uruguay, por ejemplo, los niños de sexto grado de primaria provenientes
de familias con menores niveles de ingresos fracasan en matemáticas cinco veces más que aquellos que provienen de
hogares más ricos. Sin embargo, la escolarización por sí sola no les da las herramientas para superar esta situación.
Todo esto se convierte en una diabólica maquinaria que perpetúa la desigualdad, la cual, a su vez, es un fértil caldo de
cultivo para conflictos de toda índole.
Ante todo lo expuesto, ¿qué se debe hacer? Lo primero es medir. Por razones políticas, muchos países se resisten a evaluar
de manera transparente a sus estudiantes y profesores. Y si no se sabe qué estrategias educativas funcionan y cuáles no,
es imposible ir mejorando la puntería. Lo segundo es comenzar a darle un mayor peso a la calidad de la educación, es decir, al
aprendizaje. Si bien es políticamente atractivo anunciar que un alto porcentaje de los jóvenes de un país van al colegio,
eso de nada sirve si la gran mayoría de ellos aprende poco. Tercero: mejorar la calidad de la educación inicial. Cuanto más
mejore la educación a edades tempranas, más capaces de aprender serán los estudiantes de primaria y secundaria.
Cuarto: usar la tecnología de manera selectiva y no como una solución mágica, porque no lo es.
Quizás el mensaje más importante del informe es que los países de menores ingresos no están condenados a que sus
jóvenes no aprendan. En 1950, Corea del Sur era un país devastado por la guerra y con altos índices de analfabetismo.
Pero solo en 25 años logró crear un sistema educativo que produce algunos de los mejores estudiantes del mundo. Entre
1955 y 1975, Vietnam también sufrió un terrible conflicto. Hoy sus estudiantes de 15 años tienen el mismo rendimiento
académico que los de Alemania. Entre 2009 y 2015, Perú fue uno de los países cuyos resultados de aprendizaje en lectura
y matemáticas mejoraron con mayor rapidez, gracias, en buena parte, a una acción concertada en materia de políticas por
parte de las autoridades educativas y la comunidad. Entonces, ¿es posible lograr mejoras en el aprendizaje de los
estudiantes? La evidencia habla por sí sola, y deja lugar a la esperanza.
Respuestas
Respuesta dada por:
5
Respuesta:
si es posible el aprendizaje de los estudiante con el tiempo se sacó más tecnología y métodos más científicos y realistas que salieron para una mejor sociedad
Explicación:
antes la escuela se aprendían a golpes palazos reglados ahora es una simple palabra si te dicen que lo hagas o no, por eso es bueno tomar en cuenta los pasados y la evolución que paso
BENDICIONES :3
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