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En las últimas dos décadas Latinoamérica ha logrado superar una gran variedad de difíciles desafíos, desde disturbios políticos y recesiones económicas hasta desplazamientos y desastres naturales. Durante este mismo período, se solucionaron conflictos internos de larga data, se iniciaron trasformaciones económicas, y la democracia se extendió a 34 de los 35 países de la región. Aunque estos logros han creado un marco para continuos avances en los próximos años, todavía quedan varios obstáculos potenciales en América Latina. Persisten desigualdades severas en la distribución de ingresos y, la pobreza es el estilo de vida de más o menos una tercera parte de la población. La corrupción bloquea el progreso socioeconómico y debilita la confianza del pueblo en sus autoridades e instituciones gubernamentales. La violencia y el crimen le exigen muchísimo a la sociedad, tanto en costos humanos como en requisitos para la asignación de recursos gubernamentales. Estos problemas persistentes desafían de manera crítica a las democracias nuevas y antiguas de América Latina.
Aunque una variedad de condiciones se han conjurado para ahondar estos problemas, tal vez ninguno ha sido más dañino que la amenaza del creciente narcotráfico. La reducción de las barreras políticas y comerciales así como la globalización del comercio internacional, las finanzas y las tecnologías de la información han producido vulnerabilidad en toda la región para convertirse en área de tránsito o mercado de drogas ilícitas. Esta mayor vulnerabilidad al narcotráfico también aumenta el riesgo de que la corrupción, la mayor criminalidad y la extensión de problemas sociales y de salud presionen y debiliten las bases democráticas. A medida que del Gobierno de Colombia trata de solucionar la amenaza a su seguridad nacional y bienestar, tiene la ayuda de Estados Unidos, de varios países europeos y de Japón, así como el apoyo de sus vecinos regionales. Al mismo tiempo los vecinos de Colombia están preocupados por la probabilidad del aumento de la violencia, del flujo de refugiados y de la producción de narcóticos, como resultado de las acciones colombianas contra los narcotraficantes y los grupos alzados en armas asociados al narcotráfico. El Presidente Clinton ha dicho que Estados Unidos está listo para ayudar a los vecinos de Colombia a medida que afronten la amenaza regional del narcotráfico y de los grupos armados.
La Estrategia Nacional de Seguridad de Estados Unidos reconoce la seriedad de las amenazas trasnacionales como las creadas por el narcotráfico y el crimen internacional para nuestro país. También identifica la amenaza del desgobierno y destrucción ambiental como desafíos crecientes para los intereses de Estados Unidos. El narcotráfico aumenta el riesgo de desgobierno y graves problemas ambientales en un país. El narcotráfico debilita las instituciones democráticas de un país, distorsiona su economía, aumenta la corrupción y fomenta la falta de respeto por los derechos humanos. Es del interés de Estados Unidos asegurar que estos espantosos efectos no aparezcan en los países vecinos de Colombia a medida que se pone en marcha el Plan Colombia. Se necesita un compromiso a largo plazo por toda la región para fortalecer las instituciones democráticas, estimular el desarrollo económico, promover imperio de la ley y eliminar la producción y el tráfico de drogas ilícitas.