Respuestas
Respuesta:
Ser patriota antes y después de 1810
Explicación:
Las evocaciones de cada aniversario de la Revolución de Mayo apelan a una discreta selección de sucesos que dio por tierra con la autoridad del virrey Cisneros, y el elenco de funcionarios que prestaban obediencia a las autoridades metropolitanas que aspiraban controlar los dominios americanos en nombre del rey cautivo
Allí están, por cierto, las referencias al famoso cabildo abierto del 22 de mayo en el que la gente decente de la capital virreinal invocó el derecho vigente para remplazar al virrey y formar una junta provisoria de gobierno a nombre de Fernando VII. La evocación tampoco olvida la presión ejercida por las milicias apostadas en las inmediaciones del cabildo, en las cuales anidaba la atenta vigilia de las jefaturas milicianas, y de la plebe urbana de Buenos Aires.
Tales imágenes se erigen en prototipo elocuente del radical giro político que se operaría en la geografía del virreinato rioplatense por lo que el acontecimiento no tardó en ser identificado por los contemporáneos como “nuestra gloriosa revolución”.
Dicho remplazo habría de gravitar en los sentimientos de pertenencia e identidades colectivas trasmutando la noción y experiencia de la Patria que prevalecía al menos desde las invasiones inglesas. En efecto, en 1806 y 1807 la invocación y movilización patriótica había servido para renovar juramentos y lealtades al rey de España, e idénticos rituales se habían llevado a cabo en defensa de Fernando VII ante la inaudita entronización de José Bonaparte.
Pero esa unidad relativa de sentimientos patrióticos habría de languidecer en el corto plazo a raíz de la creciente conflictividad social y política que afectaría la tensa convivencia entre españoles peninsulares y españoles americanos.
A esa potente producción simbólica que desde entonces debía encabezar toda celebración patriótica en las plazas, escuelas y cuarteles habrían de sumarse otras igualmente indicativas de la diferenciación política; ese acelerado proceso de distinción política fue apreciado por el gobernador realista de Montevideo, quien no dudó en atribuir a esas invenciones síntomas indiscutibles de la ruptura política.
En sus palabras: “su pabellón, su moneda, y sus leyes habían sido hasta ahora las de la monarquía, sus decretos los encabezaban en nombre de nuestro Augusto Monarca sin haberse atrevido a proclamar su independencia sino con expresiones vagas, mientras lograban repeler nuestra fuerza y ganarse la benevolencia de los demás pueblos […] más su orgullo mismo ha anticipado la declaración de independencia, señalándola con un nuevo pabellón y acuñando moneda del flamante estado de las Provincias del Río de la Plata”.
Puedes resumirlo jeje