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.Harvey sollozaba impresionado por los gritos y la determinación del capitán. A su lado permanecía Dan, dispuesto a hacerle comprender que debía respetar la decisión de su padre, al que él y los demás marineros tenían por un hombre justo. Ambos conversaron durante un largo rato, y el niño rico serenó su mente. Logró, por fin, reconocer que su comportamiento no había sido el más adecuado hacia quienes le habían salvado la vida. Dispuesto a rectificar, se fue en busca del capitán Troop, quien se mostró dispuesto a escuchar las excusas ofrecidas por el chico. Aunque le costaba ser humilde, Harvey pidió disculpas por todo lo que había hablado sin pensar.-Cierto y justo; justo y cierto –respondió Disko-. Muchacho, si sigues por este nuevo camino, el del respeto a los demás, te convertirás en todo un hombre. Esto demuestra que no te juzgué mal la primera vez que te vi. Aunque estabas ofuscado, sí eres capaz de razonar –dijo colocando su enorme mano sobre el hombro del chico-. No pienso nada malo de ti, Harvey, por ninguna de las cosas que han pasado. Ahora que estamos en paz, ve a hacer lo que Dan te indique.
julisithaw:
Con voz entrecortada, luchando contra su orgullo, el chico le agradeció a Manuel que le hubiese salvado la vida, a lo que el pescador bromeó para restarle importancia. Sin embargo, Harvey estaba sinceramente agradecido. Y como muestra de ello, tras ver que el bote de su salvador necesitaba una mano de limpieza, no esperó a que Dan lo hiciera, sino que él se puso manos a la obra con un estropajo.
Una de las principales labores a bordo consistía en limpiar el pescado y guardarlo –ordenadamente- en la bodega, conservado en sal, para que se mantuviera fresco hasta llegar al puerto.
Con el fin de hacer más amena la dura tarea, los marineros cantaban viejas canciones, como esta:
Y así, cierto domingo,
se casó con Linda Tingo…
¡Qué hombre tan patán!
¡Qué hombre tan patán!
no hay más tonto que este negro!
¡Qué hombre tan patán!
¡Qué hombre tan patán!
Al cabo de una hora, el chico ya deseaba poder descansar, pero se sobrepuso y siguió esforzándose; pues por primera vez en su vida sentía que estaba haciendo algo de lo que sentirse satisfecho.
-Harvey –le dijo Dan-, me caes muy bien, pero como te duermas te despertaré a coscorrones.
Los grumetes eran los encargados de hacer la primera vigilancia de la noche. Era preciso estar alerta y mantener las luces constantemente encendidas, de modo que el barco pudiera ser visto por cualquier buque de gran tamaño que se acercara, y así evitar un dramático accidente.
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