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Una segunda dificultad que obstaculiza el desarrollo de este ámbito de Ja lingüística
histórica comparativa es su propia complejidad intrínseca. Ya es ardua Ja labor del
indoeuropeísta, que ha de conocer decenas de lenguas cuyo manejo es imprescindible en Ja
comparación. Pero un nostratista ha de trabajar no ya con decenas sino con centenas de
lenguas del más variado cuño, que pueden ir desde el hebreo al dravídico, del japonés al
Japón o del turco al eslavo antiguo.
El bagaje de conocimientos previos que se necesitan hacen Ja profesión de nostratista
inasequible para la mayoría de los lingüistas. Y en estas dos circunstancias- debilidad de
método en distancias tan lejanas y dificultad de adquisición de centenares de lenguas- están
las claves del estancamiento del estudio de esta especialidad.
Se interesaron en el nostrático Illich -Svitych y A.B. Dolgopolsky quienes trabajando
separadamente llegaron a conclusiones similares a mediado de Jos años 60. Según estos
autores el indoeuropeo pertenecía a Ja misma familia lingüística que el afroasiático
(semítico, egipcio antiguo, berebere), urálico (finlandés húngaro, samoyedo), altaico
(turco, mongol, japonés, coreano), kartvélico (es decir, caucásico meridional: georgiano,
svano, zano) y dravídico (telegú, tamil, kannada). El antepasado común de esta familia sería
el nostrático, que habría sido hablado en el oriente medio hacia 12.000 -15.000 a. de C. Sus
hablantes se habrían desparramado desde allí hasta ocupar casi toda Eurasia y una parte de
África.
Illich Svitich murió prematuramente en 1966 cuando contaba sólo con 32 años.
Dolgopolsky emigró a Israel pero los estudios de nostrático han continuado con alumnos
de ambos.
Un importante problema que ha afrontado estos estudios es el de distinguir las palabras
patrimoniales comunes en todas las lenguas nostráticas de las coincidencias debidas a
préstamo entre ellas. En efecto, la convivencia durante milenios entre unas y otras ha hecho
que Jos préstamos cruzados sean una verdadera maraña en la que resulta muy difícil hacerse
camino.
Dolgopolsky ha establecido una lista de palabras que nunca o rara vez se prestan de
unas lenguas a otras. Las palabras más estables, en orden descendente de resistencia al
préstamo serían: yo/ me, dos / par, tú, qué / quién, lengua, nombre, ojo, corazón, diente, no,
uña, llanto, agua, muerte, luna, mano, noche, sangre, cuerno, lleno, sol, oreja, sal.
Los estudios sobre parentescos remotos han continuado en Jos años siguientes.
Shevoroshkin desde Norteamérica avanza un paso más y opina que pueden encontrarse
indicios de que la mayor parte de las lenguas conocidas de la humanidad tienen un origen
común. Todas podrían pertenecer a una lengua ancestral hablada hace 25.000 o 30.000 mil
años.
Esta superfamilia nostrática ha sido aceptada con algunas variantes por el lingüista
americano Greenberg. Él la llama Euroasiática, abarca un área un poco más reducida y no
incluye la familia afroasiática ni Ja dravídica.
Intentar saber cómo eran las lenguas de esas superfamilias y reconstruirlas es una tarea
mucho más difícil, en alguna medida casi imposible.
La evolución lingüística es muy rápida. El paso del tiempo es responsable de cambios
de todo tipo: fonéticos, semánticos y gramaticales que pueden ser muy grandes. Bajo la
presión de cambios rápidos una lengua llega a ser incomprensible en un plazo bastante
corto. Tras una separación de 5.000 ó 10.000 años las palabras que muestran un parentesco
espero que te ayude