Un señor de cincuenta años separado y vuelto a casar había desarrollado una paranoia
afectiva por miedo a que su esposa quince años menor que él y muy atractiva le fuera
infiel Con el tiempo las estrategias retentivas desarrolladas se habían convertido en un
verdadero arsenal de espionaje y control una KGB en miniatura personalizada y casera
Detectives, grabaciones, prohibiciones, y alguna cachetada de vez en cuando habían
logrado poner en jaque a la atribulada señora es decir en su sitio totalmente inmovilizada
y controlada
Cuando, a veces bajo el agobio aplastante de la hipervigilancia, la mujer insinuaba un
incipiente y dubitativo no él aplastaba de inmediato el intento de sublevación eres una
igualada solía decir con profunda indignación Lo que en otros términos significa eres
menos que yo
Esta actitud disminuía las probabilidades de mantener su pareja pero creía tener la
certeza virtual de que ella nunca lo dejaría Daba lo mismo que fuera por amor o por la
fuerza lo importante era sujetarla y mantenerla bajo control domiciliario Sin embargo la
ostentación del poder no era más que una fachada para no revelar que era mucho más
débil que ella En realidad la sumisión que mostraba la joven señora no era producto del
apego sino una estrategia de supervivencia ante un depredador evidentemente peligroso
Ella quería librarse y estaba dispuesta a escapar a la primera oportunidad Como suele
ocurrir en estos casos tanta persecución y vigilancia lograron finalmente que la tan temida
profecía se hiciera realidad Ella lo dejó por otro, curiosamente el detective que su propio
marido había contratado Nadie sabe para quién trabaja
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Esta complicada a situación
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