necesito un resumen de esto:
Aquella mañana parecía ser como cualquier otra, la ciudad despertaba lentamente, las
luces de neón desaparecían y las marquesinas se iban apagando como velas que se
consumen, los trasnochadores huían de los primeros rayos del sol y el sonido de la gran
ciudad iba creciendo a cada momento como un palpitante corazón que activa su ritmo
ante el esfuerzo físico.
Sin embargo, no sería como cualquier otra, cerca de las once de la mañana las amas de
casa que lavaban trastos y ropa notaron que el chorro de agua que fluía incesante por
el grifo decrecía y se apagaba; algunas maldijeron, otras se lamentaron gimoteando, no
falto la que golpeara los tubos y las llaves y las más, se encogieron de hombros... ya
volverá.
La comida estuvo tarde, los trastos no pudieron lavarse, en la calle no se vendió comida
y los puestos de aguas frescas agotaron sus existencias, los sanitarios se empezaron a
convertir en un problema, pero a pesar de todo aquello existía la esperanza, volverá,
pensaban.
El tercer día todos asistieron al trabajo sin bañarse, los transportes y las oficinas olían
mal y muchos restaurantes tuvieron que cerrar y los enfriadores así como los equipos
de aire acondicionado no trabajaron.
En los supermercados las latas de jugo, de conservas y los refrescos se agotaron en las
primeras horas de la mañana, por supuesto escaseo la leche hasta desaparecer; en las
calles empezaron a quedarse detenidos algunos automóviles por falta de líquido, el
tránsito para las primeras horas de la tarde se detuvo por completo, el agua no volvía,
la gente pensó en todo para conseguir el vital líquido, secaron los tinacos con esponjas,
sacaron el agua de los radiadores de los vehículos, rompieron tuberías para chupar hasta
las últimas gotas y por ultimo recurrieron a las alcantarillas y las coladeras, a los charcos
y a las zanjas.
Al quinto día la asistencia a los trabajos fue nula, aquello se había convertido en un
problema tan grande que nadie se podía dar el lujo de pensar en otra cosa que no fuese
el agua; la ciudad apestaba, el olor que despedían las casas y las calles era nauseabundo
por todas partes se encontraban desperdicios, excremento, basura.
Muchas personas empezaron a emigrar a otras partes en busca del agua, siempre en
busca del agua. La ciudad empezaba a morir rápidamente, se encontraba totalmente
paralizada los caminos obstruidos por cientos de vehículos inservibles.
Para el séptimo día la ciudad era sólo podredumbre y devastación, el éxodo comenzó a
generalizarse y por las carreteras se veían miles de personas emigrando a otras ciudades
con la esperanza de encontrar agua, No había luz ni servicio en los teléfonos; las
comunicaciones estaban interrumpidas por el personal que abandonaba sus puestos, no
había vida posible.
En el noveno día no quedaba habitante alguno en la ciudad, todos la habían
abandonado, la peste lo inundaba todo, el aire era irrespirable, la era del agua había
terminado por fin. Ya no habría personas que lavaran día tras día sin necesidad ni quien
se exprimiera los barros frente al espejo mientras el agua se consumía en el lavabo, ya
no más duchas tranquilas de veinte y treinta minutos.
Con agua caliente mientras casi se dormían en la regadera o en la tina, ya no más lavadas
de trastos con grandes cantidades de agua, ya no más mangueras abiertas serpenteando
sobre la acera, olvidadas mientras el líquido corre. Ya no más fugas de agua de las que
nadie hace caso, ya no más.
Pasados doce días un hombre sudoroso y con la ropa hecha jirones se acercó a la ciudad,
tras él una mujer con un niño en brazos trastabillaban, llevaban los labios partidos por
la sed, sus ojos se hundían, los huesos de sus caras sobresalían desmesuradamente. El
hombre, primero en llegar se cubrió la nariz con una mano, el olor daba náuseas, cayó
de rodillas a la mitad de la calle, la mujer llego hasta él sollozando, desesperada -No es
posible- gritó ella aferrándose a los hombros de su esposo –Sí- contestó el resignado, el
agua se ha terminado en todo el mundo para siempre, alcanzo a decir al tiempo que
veían a su pequeño hijo morir deshidratado en sus brazos.
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Respuesta:
Aquella mañana parecía ser como cualquier otra, la ciudad despertaba lentamente, las luces de neón desaparecían y las marquesinas se iban apagando como velas que se consumen, los trasnochadores huían de los primeros rayos del sol y el sonido de la gran ciudad iba creciendo a cada momento como un palpitante corazón que activa su ritmo ante el esfuerzo físico. La comida estuvo tarde, los trastos no pudieron lavarse, en la calle no se vendió comida y los puestos de aguas frescas agotaron sus existencias, los sanitarios se empezaron a convertir en un problema, pero a pesar de todo aquello existía la esperanza, volverá, pensaban. Muchas personas empezaron a emigrar a otras partes en busca del agua, siempre en busca del agua. La ciudad empezaba a morir rápidamente, se encontraba totalmente paralizada los caminos obstruidos por cientos de vehículos inservibles.
En el noveno día no quedaba habitante alguno en la ciudad, todos la habían abandonado, la peste lo inundaba todo, el aire era irrespirable, la era del agua había terminado por fin. Ya no habría personas que lavaran día tras día sin necesidad ni quien se exprimiera los barros frente al espejo mientras el agua se consumía en el lavabo, ya no más duchas tranquilas de veinte y treinta minutos. Con agua caliente mientras casi se dormían en la regadera o en la tina, ya no más lavadas de trastos con grandes cantidades de agua, ya no más mangueras abiertas serpenteando sobre la acera, olvidadas mientras el líquido corre. Pasados doce días un hombre sudoroso y con la ropa hecha jirones se acercó a la ciudad, tras él una mujer con un niño en brazos trastabillaban, llevaban los labios partidos por la sed, sus ojos se hundían, los huesos de sus caras sobresalían desmesuradamente.
Explicación:
suerte :D dame coronita y 5 estrellas pls