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Aunque el anhelo de muchos es que esto suceda y se mantenga por un largo tiempo, pareciera que son determinantes externos al del fortalecimiento productivo desde sus bases de competitividad, los que han jalonado el crecimiento manufacturero.
Teniendo en cuenta los datos presentados por el DANE sobre el crecimiento manufacturero, la industria completó al corte de abril 10 meses en terreno positivo, jalonando el PIB y mostrando una dinámica de crecimiento sostenida. La economía nacional ha venido presentando un rebalanceo en sus fuentes de crecimiento, específicamente en el sector industrial. Recordemos que en el primer trimestre este sector creció 5,3% y las perspectivas para el resto del año la ubican con un crecimiento entre 7% y 8%.
Al corte de abril, la producción de la industria manufacturera tuvo un avance del 8,4% real (descontando la inflación) con un crecimiento acumulado del 6,2%, resultados que contrastan con la situación que se vivió en el mismo mes del 2015, cuando se registró una caída del 2,3% real. Esto nos llevaría a pensar que, de seguir por este camino, si los empresarios fabriles incrementan la oferta de productos con valor agregado, incorporan encadenamientos productivos y si se aplican y ejecutan lineamientos de política de desarrollo productivo, el desempeño manufacturero podría ser el más alto de los últimos años, y se podría pensar en un crecimiento sostenido industrial.
Lastimosamente, este ideal planteado para un crecimiento manufacturero sostenible bajo estas condiciones, no se vislumbra fácilmente ejecutable, dadas aun las restricciones del andamiaje productivo, consecuencia de los sobrecostos del país en variados aspectos, desde logística a costos energéticos, pasando por los laborales y hasta de insumos y materias primas.
Aunque Colombia ha venido trabajando fuertemente en superar estos cuellos de botella que disminuyan las brechas de competitividad y aumenten el potencial manufacturero y agroindustrial, hoy día pareciera que el crecimiento fabril ha recibido más un empujón por la baja en el precio de los commodities, y por la apreciación cambiaria, que por el crecimiento sostenible y de producción de alto valor agregado.