Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo Don Quijote en armarse caballero
(…) Llamó al ventero, y, encerrándose con él en la caballeriza, se hincó de rodillas ante él, diciéndole:
-No me levantaré jamás de donde estoy, valeroso caballero, fasta que la vuestra cortesía me otorgue un
don que pedirle quiero, el cual redundará en alabanza vuestra y en pro del género humano.
El ventero, que vio a su huésped a sus pies y oyó semejantes razones, estaba confuso mirándole, sin saber
qué hacerse ni decirle, y porfiaba con él que se levantase, y jamás quiso, hasta que le hubo de decir que él
le otorgaba el don que le pedía.
—No esperaba yo menos de la gran magnificencia vuestra, señor mío —respondió don Quijote—; y así, (…)
es que mañana en aquel día me habéis de armar caballero, y esta noche en la capilla deste vuestro castillo
velaré las armas (…)
El ventero, ( … ), determinó de seguirle el humor; y así, le dijo que andaba muy acertado en lo que deseaba
y pedía. (…) Díjole también que en aquel su castillo no había capilla alguna donde poder velar las armas(…)
pero que, en caso de necesidad, él sabía que se podían velar dondequiera, y que aquella noche las podría
velar en un patio del castillo.(…)
Prometióle don Quijote de hacer lo que se le aconsejaba con toda puntualidad; y así, se dio luego orden
como velase las armas en un corral grande que a un lado de la venta estaba; y, recogiéndolas don Quijote
todas, las puso sobre una pila que junto a un pozo estaba, y, embrazando su adarga, asió de su lanza y con
gentil continente se comenzó a pasear delante de la pila; y cuando comenzó el paseo comenzaba a cerrar
la noche.
Contó el ventero a todos cuantos estaban en la venta la locura de su huésped, ( … ). Acabó de cerrar la
noche, pero con tanta claridad de la luna, ( … ), de manera que cuanto el novel caballero hacía era bien
visto de todos. Antojósele en esto a uno de los arrieros que estaban en la venta ir a dar agua a su recua, y
fue menester quitar las armas de don Quijote, que estaban sobre la pila; el cual, viéndole llegar, en voz
alta le dijo: -¡Oh tú, quienquiera que seas, atrevido caballero, que llegas a tocar las armas del más valeroso
andante que jamás se ciñó espada!, mira lo que haces y no las toques, si no quieres dejar la vida en pago
de tu atrevimiento!
No se curó el arriero destas razones, (…) antes, trabando de las correas, las arrojó gran trecho de sí. Lo cual
visto por don Quijote, alzó los ojos al cielo, y, puesto el pensamiento en su señora Dulcinea, dijo:
-Acorredme, señora mía, en esta primera afrenta que a este vuestro avasallado pecho se le ofrece; no me
desfallezca en este primero trance vuestro favor y amparo. (…)
“El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”
Miguel de Cervantes Saavedra
(fragmento)
Prueba Diagnóstica de Lenguaje y Literatura Segundo Año de Bachillerato
Página 8
10. ¿En cuál de los siguientes fragmentos se pone de manifiesto el tema del “engaño a los ojos”,
que frecuentemente sufre Don Quijote?
A. “El ventero, que vio a su huésped a sus pies y oyó semejantes razones, estaba confuso
mirándole, sin saber qué hacerse ni decirle,…”
B. “– No me levantaré jamás de donde estoy, valeroso caballero, fasta que la vuestra cortesía
me otorgue un don que pedirle quiero,…”
C. “Acabó de cerrar la noche, pero con tanta claridad de la luna, (…) de manera que cuanto el
novel caballero hacía era bien visto de todos”.
D. “Antojósele en esto a uno de los arrieros que estaban en la venta ir a dar agua a su recua,
y fue menester quitar las armas de Don Quijote, …
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