Respuestas
Todo el mundo sabe que hombres y mujeres tienen comportamientos y aspiraciones diferentes. Estas diferencias, a
menudo son el origen de todo tipo de fricciones en la convivencia, las cuales, pueden desembocar en la disolución de
la pareja. Por supuesto, estos conflictos tienen un origen genético y lo que pocos saben es que ciertos conflictos
ligados a diferencias de género se dan ya en el útero materno debido a conflictos genéticos entre los genes del padre
y de la madre. En este artículo explicamos alguna de las increíbles consecuencias de este conflicto en el útero materno
así como algunas impactantes hipótesis sobre su origen. Conocer todos los detalles sobre los mecanismos genéticos y
biológicos implicados en estos conflictos será fundamental para tratar de comprender y curar una gran variedad de
enfermedades de origen genético cuyo origen reside en este conflicto entre sexos.
Los cromosomas sexuales X e Y
Los cromosomas sexuales X e Y contienen la información genética que genera todas las diferencias físicas y mentales
entre hombres y mujeres. El cromosoma Y solamente puede estar en el cuerpo de un hombre por lo que almacenará
todas las mutaciones que son beneficiosas para el hombre aunque no lo sean para la mujer (fuerza,agresividad,virilidad,
etc). El cromosoma X estará en 2/3 de las ocasiones en el cuerpo de una mujer (las mujeres son XX y los hombres XY)
y solo en 1/3 de ellas en el cuerpo de un hombre por lo que tenderá a acumular adaptaciones beneficiosas para ellas y
quizás perjudiciales para ellos. Cuando el óvulo es fecundado, éste posee 23 parejas de cromosomas donde una pareja
procede de la madre y la otra del padre. Esto hace pensar que la contribución del padre y de la madre al al genoma del
futuro bebé es idéntico, sin embargo, esto no es exactamente así. Existe un mecanismo denominado "imprinting" por el
que un gen puede ser silenciado mediante un proceso químico denominado metilación del ADN.
Cuando sucede un proceso de imprinting en un gen este no puede ser decodificado y por tanto su información queda
silenciada.
Ciertos experimentos en ratones muestran que estos poseen una cierta cantidad de genes con "imprinting" lo que
produce que, en ciertos tejidos haya un predominio de genes procedentes del padre o de la madre rompiendo así el
equilibrio del 50%. La pregunta que se plantea ahora es: ¿tenemos los seres humanos también genes silenciados?
La placenta: el campo de batalla entre sexos
La placenta tiene la función de regular el flujo sanguíneo y el intercambio de nutrientes entre la madre y el embrión en
crecimiento. A los genes del padre le interesan el crecimiento y la supervivencia del embrión a toda costa incluso por
delante de la salud de la madre ya que con el futuro bebé comparte la mitad de sus genes mientras que con la madre
no comparte ninguno. A los genes de la madre le interesan también la salud y la supervivencia del embrión pero
no a toda costa, en caso de conflicto entre la salud de la madre y la del embrión, estos favorecerán siempre a la salud
materna ya que, aunque el embrión se pierda, ésta siempre podrá tener más hijos en el futuro, incluso con distintos padres.
Existe pues un conflicto de intereses entre los genes del padre y los de la madre. Una clara vertiente de este conflicto
queda plasmada en el gen IGF-2 que codifica una proteína llamada "insulina pro-crecimiento factor 2". Esta proteína
estimula el crecimiento del feto al promover la extracción de la mayor cantidad posible de nutrientes del cuerpo de la
madre. Recientes experimentos han mostrado que este gen está activo en el cromosoma procedente del padre pero que
está silenciado mediante "imprinting" en el cromosoma materno. Esto indica que los genes paternos han desarrollado
un mecanismo para maximizar el crecimiento del embrión aún a costa de la salud de la madre.
Genes silenciados en el cerebro del embrión
Hace apenas 4 años solo se tenían conocimiento de unos 100 genes con imprinting. En 2010 un equipo de investigación
de la Universidad de Harvard liderado por los biólogos Christhopher Gregg y Catherine Dulac fue capaz de identificar
hasta 347 genes silenciados en los seres humanos. La investigación mostró que durante el desarrollo del cerebro en el
embrión existe un predominio de genes maternos en el cerebro, especialmente en las zonas relacionadas con instintos
primarios como la alimentación o el comportamiento sexual. Curiosamente, en los cerebros adultos esta situación se
invierte y los genes de origen paterno llegan a predominar sobre los genes de la madre.
El estudio mostró también un predominio de genes maternos en el córtex cerebral donde residen las capacidades más
complejas del cerebro humano.