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Respuesta:
En un mundo que nos anima a subir por encima de otros, a creernos mejores que los demás, a destacarnos por encima de la multitud, a buscar el poder y la fama, hablar de humildad, de abajarse, de tener por superiores a los demás puede parecer una locura.
En un mundo que nos invita a ser nuestros propios dueños, a creer que solos lo podemos todo, que nos mandamos a nosotros mismos, que no tenemos por qué aceptar órdenes de nadie, hablar de obediencia también puede parecer absurdo.
Y sin embargo es lo que nos propone san Pablo en la Segunda Lectura que se proclama en Misa este domingo (ver Flp 2, 1-11).
Nos pide ser humildes y obedientes.
¿Por qué hace semejante propuesta tan contraria a lo que suele proponer el mundo?
Él mismo lo explica: para que tengamos los mismos sentimientos de Cristo, es decir, que seamos como Cristo.
Él pudo iniciar Su ministerio público rodeado de los personajes más importantes e influyentes de Su tiempo, conformar un ‘dream team’ (equipo soñado), que cualquier ‘head hunter’ (ejecutivos que están siempre a la caza de talentos para contratarlos en sus empresas) envidiaría. Pero no lo hizo así.
Lo comenzó caminando humildemente entre los pecadores que estaban a la orilla del Jordán, para ser bautizado por Juan, Él, que nunca cometió pecado ni necesitaba ser bautizado.
Y conformó Su ‘equipo’ con gente muy sencilla, e incluyó a uno o dos que no tenían muy buena fama que digamos.
Explicación:
espero que te ayude