ayúdenme porfa doy coronita escriba una historia corta que represente al medio ambiente o al patrimonio cultural
Respuestas
EL NIÑO DEL NO Y EL AGUA
Érase una vez un muchacho muy, muy desobediente al que su familia llamaba "el
niño del No", porque cada vez que le ordenaban hacer algo, él hacía lo contrario. Si le
decían que se levantara, él se quedaba en la cama. Si le decían que se vistiera, él se
quedaba en pijama. Así una cosa tras otra y por eso su familia acabó olvidando su
verdadero nombre y siempre se referían a él como "el niño del No". Se pasaba las
horas viendo la televisión o delante de su ordenador y no respetaba ni a nadie ni a
nada. Por ejemplo: si iba al baño, dejaba la luz encendida, y cuando le decían que la
apagara él respondía: "ahora, ahora", pero no se movía del asiento. Si abría la nevera,
la dejaba abierta y, cuando le decían que la cerrara, él respondía: "ahora, ahora", pero
no se movía del asiento. Siempre hacía lo contrario.
Un día de esos en los que tienes la sensación de que va a ocurrir algo mágico "el
niño del No" abrió el grifo del lavabo para lavarse la manos, pues
las tenía pringadas de chocolate y se fue al salón a ver la tele,
dejando el grifo abierto. Su madre, al oír caer el agua desde la
cocina, le dijo: "¡Cierra el grifo!", y "el niño del No" respondió
"ahora, ahora" y siguió viendo la tele. Su padre, al oír caer el agua
desde su despacho, le dijo: "¡Cierra el grifo!", y "el niño del No"
respondió: "ahora, ahora" y siguió viendo la tele. Su abuelo, al oír
caer el agua desde su cuarto, le dijo: "¡Cierra el grifo!", y"el niño
del No" respondió: "ahora, ahora" y siguió viendo la tele.
Al cabo de un buen rato, "el niño del No" sintió sed y gritó desde el sillón:
"mamá, tráeme un vaso de agua", pero nadie respondió. Entonces gritó: "papá, tráeme
un vaso de agua", pero nadie respondió. Entonces gritó: "abuelo, tráeme un vaso de
agua", pero nadie respondió. Refunfuñando, se levantó para beber un vaso de agua
pero, cual fue su sorpresa cuando, al abrir el grifo, no cayó ni una gota.
"¿Dónde está el agua?", se preguntó, y empezó a buscarla por todas partes. La buscó
en los cajones y en los armarios, en las habitaciones y debajo de las camas, buscó en el
trastero y hasta miró por la ventana por si el agua se había ido de paseo. Entonces
pensó:"grifo tonto, seguro que se ha atascado", y metió uno de sus dedos en el grifo
para comprobarlo. Y en aquel momento, desde el dedo que tenía dentro del grifo hasta
los dedos de los pies, "el niño del No" se convirtió en una gota de agua y se coló por el
desagüe.
Mientras se deslizaba por las tuberías como si bajara por un enorme tobogán
"el niño del No" gritaba "¡que no sé nadar!” Y estuvo cayendo y cayendo hasta llegar a
un río subterráneo. Allí se encontró con otras gotas que le miraban raro. Él decía:
"¿qué miráis?", y las gotas respondían "glub, glub". Sin saber hasta dónde iba, recorrió
junto a las otras gotas el camino del río subterráneo hasta llegar a una laguna, donde
millones de gotas esperaban.
"¿Qué hacéis aquí?" - preguntó "el niño del no". Y las gotas respondían:"Glub, glub".
Una gota que hablaba el lenguaje de los niños, se acercó y le dijo:
- "Vamos a crear electricidad".
- "¿Para qué?", preguntó el niño.
- "Para muchas cosas", respondió la gota. "Para que tengas luz en tu casa, para que los
electrodomésticos, como el frigorífico o la lavadora, funcionen... ¿Quieres ayudarnos?
Ninguna gota sobra".
Y "el niño del no", para no variar, contestó: "No. Prefiero irme a mi casa a jugar con el
ordenador". "Pues para eso hace falta electricidad", le explicó la gota.
De repente, una gota que parecía mandar más que las otras gotas, dio la orden y
todas las gotas se prepararon para crear energía. Como si fueran una sola, se
abalanzaron contra una pared, formando montañas de espuma, mientras el niño del no
las observaba desde atrás. Miraba cómo trabajaban juntas, cómo sudaban la gota
gorda para que él pudiera tener electricidad en su casa y recordó lo que le había dicho
la gota que hablaba el idioma de los niños: "ninguna gota sobra". Y sintió por dentro
algo que sólo se puede sentir en uno de esos días en que algo mágico puede ocurrir:
sintió la necesidad de ayudar. Y se unió al resto de las gotas para crear energía.
Cuando hubo terminado, se coló por una cañería y regresó nuevamente al grifo
de su casa y se transformó en niño nuevamente. Dio muchos besos y abrazos a sus
padres y abuelo y, aunque ellos no creyeron su historia, comprobaron que algo había
cambiado, porque si le pedían que pagara la luz, en lugar de decir "ahora, ahora...",
decía"ahorra, ahorra..." y la apagaba corriendo, pues había comprendido la importancia
de ahorrar energía y el enorme esfuerzo que suponía crearla. Y con el tiempo dejaron
de llamarle "el niño del no" y recuperó su nombre.