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Respuesta:
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Explicación:
e Las dos campañas navales desarrolladas anteriormente en el litoral del Virreinato peruano, fueron exitosas en lo referente a la neutralización del poder naval español en el interior de El Callao, pero no se logró su destrucción.
Imagen foto_00000019Aún cuando los buques enemigos entregaron el control del mar a la Escuadra chilena, en el frente terrestre el ejército virreinal mantenía a sus habitantes sometidos férreamente a las autoridades españolas.
Era necesario que desde Chile se enviara una expedición por mar con un ejército capaz de adentrarse en pleno territorio peruano y conquistar el principal enclave que tenía el Rey de España en América del sur.
A su regreso a Valparaíso, el 06 de marzo de 1820, el Almirante Cochrane requirió del Director Supremo, General O'Higgins, la preparación de la campaña contra el Perú a la brevedad posible, aprovechando la inmovilidad de las fuerzas navales españolas en El Callao. En su apreciación, bastaría un ejército de 2.000 hombres cuyo mando sugería dar al General Ramón Freire para la ocupación de Lima y el derrocamiento del gobierno virreinal. Tal proposición no fue aceptada por el gobierno de Chile, tras el cual estaba San Martín, en razón a que ya se había resuelto que la expedición sería conducida por el General argentino.
Lo anterior no fue muy del agrado del Almirante suscitándose dificultades entre éste y el Gobierno por el mando en jefe, al extremo de tener que establecerse una rígida diferenciación entre el mando de la Escuadra Libertadora, que ejercía Cochrane, y el mando del Ejército Libertador que tenía San Martín. Sin embargo, el mando de la Expedición Libertadora no era más que uno y era ambicionado por ambos caudillos. Cochrane muy pronto debió convencerse que sería el perdedor. En efecto, así fue, y desde ese momento comenzaron los problemas por la falta de pago a la tripulación, abastecimiento insuficiente de los buques y del alistamiento de la expedición en general, siendo el principal problema la falta de tripulaciones adecuadas para los buques, en razón a que los mejores hombres se habían ido por el no pago de sus salarios y de su participación en las presas.
Las discrepancias entre Cochrane y San Martín alcanzaron tan alto grado que sólo la moderación de O'Higgins, impidió un rompimiento definitivo entre ellos. Asimismo, fue necesaria su directa participación para apaciguar al Almirante y evitar que hiciera efectiva su renuncia presentada en más de una ocasión.
Imagen foto_00000020Oportuno es destacar que la Expedición Libertadora del Perú, Escuadra y Ejército, fue prepa rada y equipada enteramente por el Gobierno de Chile, a costa de grandes sacrificios. Las dificultades que afrontaba el Gobierno de Buenos Aires, donde existía prácticamente una anarquía, le impedían cualquier apoyo a esta expedición; es más, se dispuso que San Martín regresara con los restos del Ejército de los Andes, a fin de sofocar las revueltas existentes en ese país. En todo caso, tanto la Escuadra como el Ejército Libertador portaron la bandera de Chile. Asimismo, es conveniente mencionar que, en el plano estratégico, la Expedición Libertadora del Perú era de gran significación para el afianzamiento de la independencia de Chile y, en lo naval, la destrucción de las fuerzas navales existentes en El Callao, un imperativo para la consolidación del dominio del mar que ejercía la Escuadra Nacional.
Fuerzas chilenas
Imagen foto_00000021La Escuadra Libertadora, cuya primera tarea era dar cobertura al convoy durante la travesía, al mando del Almirante Cochrane, quedó integrada por las siguientes unidades: fragata “O’Higgins”, nave insignia, 50 cañones, Comandante Crosbie; navío “San Martín”, 64 cañones, Comandante Wilkinson; fragata “Lautaro”, 50 cañones, Comandante Guise; corbeta “Independencia”, 28 cañones, Comandante Foster; bergantín “Galvarino”, 18 cañones, Comandante Spry; bergantín “Araucano”, 16 cañones, Comandante Carter; bergantín “Pueyrredon”, 16 cañones, Comandante Prunier; goleta “Moctezuma”, 8 cañones, Comandante Casey. En Valparaíso permaneció la corbeta “Chacabuco”, 20 cañones, Comandante Tortel, como buque de emergencia. La tripulación de la escuadra estaba integrada por 1.600 hombres, de los cuales 624 eran extranjeros, entre oficiales y gente de mar.
El Ejército Libertador, de un total de 4.430 plazas, fue embarcado en 17 transportes, en su mayoría capturados al enemigo.
En conjunto, estas naves tenían una capacidad de carga de 7.140 toneladas y, además de la tropa, embarcaron armamento para 12.000 hombres, dado que se consideraba el reclutamiento de voluntarios peruanos para incrementar las fuerzas, víveres para seis meses, vestuario y un hospital de campaña. El mando del convoy lo asumió el Capitán de Navío Pablo Délano, oficial norteamericano al servicio de Chile desde 1819.