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Los tiempos actuales han sido marcados por la polarización y la confrontación de las sociedades. Las ideas se han vuelto pensamientos sostenidos en pequeños alfileres que sufren los embates del debate diario que se realiza, sobre todo, desde la trinchera de las redes sociales. Ideas que se encontraban en los anaqueles de la historia resurgen a la vida pública impulsadas por redentores que pregonan volver a los orígenes. Y en este resurgimiento de ideas vuelven emisarios del pasado que fomentan el odio y la lucha entre las clases sociales, creando una nueva batalla en donde resulta curioso lo impopular que se ha vuelto el capitalismo, sobre todo entre los jóvenes. Basta navegar unos minutos por las redes sociales para encontrarnos con posiciones que atacan, menosprecian e infunden odio en contra del sistema que ha generado el mayor crecimiento económico del mundo en toda su historia y que, a su vez, ha cimentado gran parte de las instituciones actuales. Este odio infundido en gran medida desde la política no es solamente en contra del capitalismo como tal, sino en contra de todo aquello que lo represente. En una paradoja que resulta por sí sola inverosímil, muchos jóvenes piensan que gran parte de los problemas actuales han sido ocasionados por el capitalismo y sus «tentáculos globales». Esta idea ha llegado a ocasionar posiciones sociales radicales e intolerantes que fomentan el odio hacia la globalización y el libre mercado, conceptos anteriores que por sí solos son el resultado más tangible del capitalismo.
Explicación:
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