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Reflexion
Leemos en Lucas 9:51 que Jesús partió resueltamente a Jerusalén cuando se acercaba para Él el tiempo de ser llevado al cielo. Él estaba enfrentando el tiempo de su Pasión y así comprensiblemente estaba impaciente con las excusas que daban aquellos que se negaban a seguirlo. Mientras podemos tenerles alguna simpatía, podemos preguntarnos a nosotros mismos, cuál habría sido su reacción si hubieran sabido quién los estaba llamando.
¿Encontramos que el llamado de Cristo en algunos momentos es demasiado demandante? ¿Cuándo encontramos que seguir el llamado es “un poco mucho”? Tenemos una estrategia para lidiar con esas circunstancias?
guilleavil:
hola
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