• Asignatura: Salud
  • Autor: AngFel
  • hace 6 años

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AYUDA PORFAVOR
¿Qué factores del sistema inmune son importantes para que las vacunas sean efectivas?

Respuestas

Respuesta dada por: chifla2020
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Respuesta:

Nuestro sistema inmunitario está organizado en un sistema inmune innato y un sistema inmune adquirido.

El sistema inmune innato es de rápida respuesta, pero altamente inespecífico y no genera memoria. El sistema inmune adquirido es de respuesta lenta, con alta especificidad y genera memoria inmunológica.

El componente celular de la inmunidad innata lo forman las células fagocíticas (principalmente neutrófilos, macrófagos y células dendríticas) mientras que el componente humoral está constituido por las proteínas del sistema del complemento.

El componente celular de la inmunidad adquirida incluye los linfocitos T (linfocitos T-CD4+ o T colaboradores y linfocitos T-CD8+ o T citotóxicos) y los linfocitos B, mientras que el componente humoral lo forman los anticuerpos o inmunoglobulinas.

Las células natural killer (NK) forman un tipo especial de linfocitos “inespecíficos”, a medio camino entre el sistema innato y adquirido.

Nuestro sistema inmunitario se organiza en el tejido linfoide periférico, que incluye los ganglios linfáticos, el bazo y el tejido no encapsulado de las mucosas (MALT).

La respuesta inmunitaria a las vacunas se inicia tras la inyección, que supone la señal de alarma, mediante la liberación de alarminas en la piel.

Las células dendríticas transportan el antígeno vacunal al ganglio linfático para su presentación a los linfocitos T-CD4+.

Tras la activación del linfocito T-CD4+ se inicia la respuesta inmunitaria adquirida, con la generación de células efectoras (células T citotóxicas y células plasmáticas) y células de memoria.

En la vía mucosa, la respuesta inmunitaria es similar a la sistémica y el reconocimiento se realiza en estructuras similares al ganglio, como por ejemplo las placas de Peyer a nivel intestinal.

Los mediadores de protección generados tras la vacunación son, por un lado, los anticuerpos creados por las células plasmáticas y, por otro lado, los linfocitos T efectores: T citotóxicos y T colaboradores (que se subdividen en Tfh, Th1, Th2, Th9 y Th17).

La memoria inmunológica permite, tras el primer encuentro, responder de forma más rápida, más eficiente y con mayor afinidad en los siguientes encuentros con el antígeno.

La memoria inmunológica es dependiente de la intervención de los linfocitos T (respuesta T-dependiente).

Se debe destacar la diferencia entre la inmunidad protectora (presencia de efectores en circulación) y la memoria inmunológica (sin efectores en circulación, pero con células de memoria).

Los adyuvantes incluidos en el diseño de las vacunas no-vivas tienen una función primordial, que es modular la activación del sistema inmune innato e iniciar la respuesta inmunitaria.

Las vacunas vivas no precisan de adyuvantes, al contener múltiples señales asociadas al patógeno que activan directamente la inmunidad innata.

2. INTRODUCCIÓN: LA RAZÓN DE LAS VACUNAS

Vivimos en un mundo potencialmente hostil, expuestos a un gran número de agentes infecciosos de formas, tamaños y peligrosidad diversa, dispuestos a utilizar al ser humano como huésped para su perpetuación. En contrapartida, el ser humano ha desarrollado un conjunto de mecanismos de defensa, denominado sistema inmunitario, cuya función principal es establecer un estado de inmunidad contra la infección (inmunitas, término del latín que significa exento de).

El objetivo de las vacunas es el control de las infecciones, equiparable a cualquier otra medida de salud pública, como el suministro de agua potable, los sistemas de tratamiento de aguas residuales y la higiene personal. La prevención de las infecciones a través de la vacunación es una estrategia de ayuda al sistema inmunitario, a través de la exposición a antígenos de los agentes infecciosos que estimulen la respuesta adquirida, con el fin de generar células de memoria.  

El ser humano, durante siglos, observó que los supervivientes de enfermedades infecciosas graves rara vez contraían de nuevo la infección. En la antigua Grecia, Tucídides comprobó que aquellos que atendían a los enfermos de peste eran los individuos que se habían infectado y recuperado de la enfermedad. En China, durante la Edad Media, eran comunes los intentos deliberados de controlar las infecciones mediante la inducción de formas menores de la enfermedad en los sujetos. Así se desarrolló en Turquía la práctica de la variolización, que consistía en inocular material proveniente de las costras de la viruela en pequeñas laceraciones de la piel. Por tanto, los principios de la vacunación son anteriores al desarrollo de la ciencia de la inmunología, que aparece a finales del siglo XIX, cuando, por un lado, Elie Metchnikoff describía el mecanismo de la fagocitosis y ponía los primeros cimientos para el desarrollo de la inmunología celular, mientras que, por otro lado, Paul Ehrlich descubría los anticuerpos y sentaba las bases para el desarrollo de la inmunología humoral.

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