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QUITO, Ecuador – El inicio de la explotación petrolera en 1972 trajo grandes expectativas para una economía que dependió durante toda su historia de materias primas. El petróleo, a diferencia del banano o el cacao, prometía un flujo de ingresos superior y constante. Durante el boom petrolero de los 70 el país alcanzó tasas de crecimiento de dos dígitos, pero la dependencia hacia el petróleo y los problemas asociados al boom, como un elevado gasto público, déficits fiscales y una mayor deuda externa pública y privada, consolidaron una estructura institucional cuyas consecuencias se sentirían en la dos siguientes décadas. El segundo boom petrolero, por su parte, encontró una economía más dinámica, pero con problemas similares a los de cuarenta años atrás. En relación al primer boom, en esta segunda etapa la economía creció a un ritmo menor, a pesar de que el precio del crudo, en términos reales, se duplicó.
Primer Boom
La era petrolera en Ecuador empezó de manera definitiva en 1972, cuando se inauguró el Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE). El precio por barril en ese año fue de $2,50 y se exportaron cerca de 25 millones de barriles, lo que significó un incremento de 46,9% en los ingresos del Gobierno Central frente a 1971. El sector público, que manejaba el sector petrolero, empezó a tener una participación cada vez mayor en la economía. Así, los ingresos del Gobierno Central, que en 1971 representaron el 12,1% del PIB, en 1978 pasaron a 21,2%. Entre 1972 y 1978 los ingresos públicos crecieron en promedio al 37,3% anual, frente al 10,4% del periodo 1966-1971. Sin embargo, desde 1974 la producción de crudo se estancó en torno a los 74 millones de barriles anuales. Lo que aumentó, gracias a eventos internacionales como la Guerra de Yom Kippur, fue el precio, que en 1978 llegó a $12,5 por barril 10 dólares más que en 1972.