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Augusto José Antonio Roa Bastos (Asunción, Paraguay, 13 de junio de 1917 - Ib., 26 de abril de 2005) fue un escritor, periodista y guionista paraguayo. Está considerado como el autor más importante de su país y uno de los más destacados en la literatura latinoamericana.12 Ganó el Premio Cervantes en 1989 y sus obras han sido traducidas a, por lo menos, veinticinco idiomas.
Producida en su mayor parte en el exilio, la obra de Roa Bastos se caracteriza por su retrato de la realidad del pueblo paraguayo a través de la recuperación de la historia de su país, la reivindicación de su carácter de nación bilingüe (Paraguay tiene el idioma guaraní como lengua oficial) y la reflexión sobre el poder en todas sus manifestaciones, tema central de su novela Yo el Supremo (1974), considerada su obra maestra y una de las cien mejores novelas del siglo XX en lengua castellana según el periódico español El Mundo.3
El tema del poder, para mí, en sus diferentes manifestaciones, aparece en toda mi obra, ya sea en forma política, religiosa o en un contexto familiar. El poder constituye un tremendo estigma, una especie de orgullo humano que necesita controlar la personalidad de otros. Es una condición antilógica que produce una sociedad enferma. La represión siempre produce el contragolpe de la rebelión. Desde que era niño sentí la necesidad de oponerme al poder, al bárbaro castigo por cosas sin importancia, cuyas razones nunca se manifiestan.
Primeros años (1917 - 1932)
Augusto Roa Bastos nació el 13 de junio de 1917 en Asunción, pero a los pocos meses su familia se trasladó a Iturbe, un pequeño pueblo que pertenecía al Distrito de Guaira y que por decreto del poder ejecutivo pasó al Guairá, en una cultura bilingüe entre el guaraní y el castellano, donde transcurrieron sus primeros años. Su padre, Lucio Roa, era un hombre de carácter severo, de ascendencia española, exseminarista que trabajó como maderero y como empleado en un ingenio azucarero. Su madre, Lucía Bastos, de ascendencia franco-portuguesa, era una mujer de carácter sensible y cultivada, cantante aficionada y quien le proporcionó los primeros contactos con la literatura, especialmente la Biblia y las obras de Shakespeare. En esos primeros años, la educación de Roa y sus hermanos estuvo a cargo de su padre, que construyó una habitación que era utilizada como salón de clases, impartidas por él mismo.4
A los 8 años fue enviado a Asunción para completar su educación; vivió con su tío abuelo, el obispo Hermenegildo Roa, quien continuó alentando su vocación lectora. De él expresó Roa: «Para mí fue mi verdadero padre. Era un sacerdote muy serio y austero, pero respaldaba la educación de todos sus sobrinos y sobrinas que vivían en el interior. Tenía libros que estaban prohibidos, especialmente para un niño de mi edad: entre ellos de Rousseau y Voltaire. Me decía que los leyera con mucho cuidado, pero por lo menos me dejaba hacerlo, porque era un hombre razonable e inteligente».5
Tras cursar primero en la escuela pública República Argentina, fue enviado como pupilo al Colegio San José. Allí lo encontró el estallido de la Guerra del Chaco, que enfrentó a Paraguay con Bolivia, y de la que Roa quiso participar junto con otros compañeros. Fue destinado como auxiliar de enfermería y aguatero, debido a su edad, experiencia que más tarde volcaría en su novela Hijo de hombre.6