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Artículo publicado en 2010 en el boletin de la organización Belga "Solidair met Guatemala" y traducido al Neerlandés por Guido de Schrijver.
Las preocupaciones propias de dar a luz no se toman a la ligera, especialmente si es la primera vez. Sin embargo y en muchas ocasiones, éstas son mermadas por el soporte del compañero o compañera y el día del alumbramiento está lleno de emociones y prisas. Se arriba al hospital donde el doctor espera a la paciente, quien es conducida a la sala de partos donde el bebe es recibido. Más tarde, madre y recién nacido estarán rodeados de su seres queridos.
Este es probablemente el panorama que ha venido a la mente de muchos lectores. Otro escenario diferente quizás, pero no menos conmovedor, es el que acontece en las comunidades Mayas de Guatemala donde el trabajo de las comadronas es vital para el reconocimiento de la medicina de los pueblos originarios.
Siempre que no haya complicaciones, el alumbramiento es atendido por una comadrona y éste acontece en el hogar, donde la mujer al estar rodeada de su pareja, madre e hijos se siente más tranquila, relajada y adopta así mismo, la posición que más le facilite el alumbramiento. Dentro de la cultura Maya, el nacimiento es considerado un "proceso frío" -al salir fuera del vientre cálido de la madre-, lo cual debe ser equilibrado con un entorno en el que la mujer se sienta abrigada y disponga de bebidas calientes como infusiones de manzanilla, espliego y comino. Aunque éstos elementos son considerados importantes para asegurar el bienestar de la mujer durante el parto, los centros de salud no los toman en cuenta.
Adicionalmente, las familias mayas tienen creencias propias relativas al parto, por ejemplo, la placenta desempeña un papel importante: Esta debe ser quemada y más tarde enterrada a fin de asegurar la recuperación de la madre y la salud del recién nacido. Esta práctica no es aceptada dentro de los protocolos del sistema nacional de salud.
Según las estadísticas, las mujeres indígenas mueren en el embarazo o dando a luz en un porcentaje tres veces mayor que las mujeres no indígenas (la tasa de mortalidad para las primeras es 211 por 100,000 mujeres embarazadas, y para las segundas 70 por 100,000). Sin embargo, esto ocurre por la falta de asistencia médica en caso de emergencia ya que la cantidad de embarazos por atender en las áreas rurales sobrepasa la capacidad de los centros de salud, además de las pocas vías de transporte disponibles, caminos difíciles de transitar y altos costos. Pero no solo es problema de recursos: Cuando la comadrona detecta una complicación durante el nacimiento, el primer problema es convencer a las familias de llevar a la mujer a un centro de salud, incluso cuando ello podría salvarle la vida, pues el personal médico prohíbe a la comadrona acompañar a la parturienta y se enfrentan con graves problemas de desinformación (por la barrera del idioma) y de trato humillante. Lo anterior es confirmado por diversos estudios que demuestran la existencia de un mayor riesgo de mortalidad materna en las mujeres que no cuentan con atención médica de calidad o culturalmente pertinente.
Para la “Alianza Nacional de Mujeres Indígenas para la Salud Reproductiva” y otras organizaciones mayas, respetar el derecho de las mujeres a tener nacimientos en la posición que prefieran es el primer paso significativo que debe ser adoptado por los centros de salud guatemaltecos para reconocer el valor de las prácticas tradicionales mayas. Para el efecto, una de las tareas de la “Unidad de Salud de los Pueblos Indígenas e Interculturalidad”, ha sido revisar los protocolos del sistema nacional de salud.
Por su parte, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social también ha hecho esfuerzos para tratar de integrar los dos sistemas de atención en salud. Sin embargo, la “Alianza Nacional de Mujeres Indígenas por la Salud Reproductiva” aboga además para que su pericia sea reconocida plenamente y así sean incluídas en los servicios de salud reproductiva del país a todo nivel. En consecuencia, la organización sostiene que el Estado debe establecer un registro de sus miembros, asignar un presupuesto para pagarles y promover el intercambio de experiencias entre el personal de la medicina occidental y el de las terapias mayas.
Falta por hacer. Actualmente aunque se han logrado avances sobre todo en la aplicación de la norma de partos en posiciones tradicionales mayas en centros de atención primaria y hospitales regionales, las mujeres que acuden a los hospitales de las ciudades o especializados,todavía no tienen esta elección.
Explicación:
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