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La arena de la playa no es sino un testigo de la historia geológica y climatológica del lugar. Observando el color de los granos podremos hacernos una idea de en qué tipo de playa nos encontramos. Eso sí, hay que saber que hay algunas artificiales que traen la arena desde otros puntos, en ese caso, no nos servirá su color y será más útil buscar en Google o preguntar en la oficina de turismo sobre la historia de la playa.
La arena se forma de la erosión de las rocas y acantilados cerca de las costas gracias a la presión que ejerce el agua a lo largo de miles de años. Dependiendo del paisaje que rodee la playa, la arena de nuestro destino tendrá un color u otro. Por ejemplo en las Islas Canarias existen playas de color negro en islas como Tenerife o Lanzarote. Esto se debe al origen volcánico de la isla en la que se encuentre. Este fenómeno se repite en otros lugares del globo terráqueo como en Islandia. La lava expulsada por los volcanes se solidificó y tomó ese color oscuro que después formó parte de la arena de la costa.
La arena blanca, que se extiende sobre todo en la zona del Caribe, tiene un origen bien distinto, ya que toma su tonalidad de lo que la bordea. En este caso se debe a los arrecifes de coral cercanos que hacen que luzca en esos tonos tan claros, dándole una imagen paradisíaca al lugar. A veces estos arrecifes crean paisajes que parecen sacados de la imaginación de un poeta como la playa Pink Sand Coral Beach, en las Bahamas, cuya imagen nos muestra arena de color rosa, debido a la sedimentación del coral.
La arena dorada de la costa mediterránea se debe a la erosión de las conchas y piedras de la zona, destacando la presencia de minerales como el cuarzo o el hierro, entre otros. Además, que haya o no haya piedras en una playa depende de la fuerza del mar. Si es el oleaje es fuerte es más sencillo que la playa tenga piedras.