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El año de las promesas por cero de deforestación:
En 2014 ocurrió lo inimaginable: las empresas que representan el grueso de la producción y el comercio de aceite de palma acordaron dejar de talar bosque tropical y drenar turberas para nuevas plantaciones de palma oleaginosa. Después de años de campañas por medioambientalistas y de advertencias de catástrofes por científicas(os), casi dos docenas de grandes productores, comercializadores y compradores establecieron políticas de cero de deforestación con salvaguardas ecológicas, sociales y laborales. Y no fue sólo el sector del aceite de palma: tras el ejemplo de Wilmar, el gigante Cargill de la industria agroalimentaria extendió la política por toda su cadena de suministro de mercadería, valuada en $135 miles de millones. Por su parte, empresas que hacía tiempo adoptaron políticas de cero de deforestación, como Golden Agri-Resources (GAR) de Indonesia y Asia Pulp & Paper (APP), mantuvieron su compromise: GAR extendió la política a todo el aceite de palma que procesa y comercializa, y APP prometió ayudar a conservar y restaurar un área equivalente al de sus concesiones: un millón de hectáreas. Aunque se redujo la deforestación en cadenas claves de suministro, algunas empresas siguen destruyendo bosques. Asia Pacific Resources International Limited (APRIL) recibió duras críticas por seguir abasteciéndose de fibra a expensas de los bosques de turbera. La empresa arguyó que la profunda turbera que desmontó, tal cual documentó Greenpeace no violó su política de sostenibilidad.