• Asignatura: Castellano
  • Autor: erikm5537
  • hace 5 años

LA LLUVIA
Las goteras son el piano de mi infancia. Mi padre siempre hablaba de comprar un piano que,
además de permitir a mis tías tocar mi adorado vals" Sobre las olas", pondría sobre nuestra
familia ese título inexpresablemente distinguido que da la frase: "Tienen piano". Mi padre, en los
momentos que le dejaba libre la vida de movilidades perpetua, porque era conductor de trenes,
llegaba hasta medir las puertas por donde iba a pasar aquel piano que nunca llegó.
Pero el gran piano de las goteras duraba todo el invierno. A la primera lluvia se
descubrían nuevas goteras de voz dulce, que acompañaban a las viejas goteras. Mi madre
repartía sus cacharros, lavatorios, jarros lecheros y otros artefactos. Cada uno daba un sonido
distinto, a cada uno le llegaba del cielo tempestuoso un mensaje diferente, y yo distinguia el
sonido claro de un lavatorio de fierro enlozado del opaco y amargo de un balde abollado. Esa es
toda mi música, el piano de mi infancia, y sus notas, digamos sus goteras, me han acompañado
donde me a tocado vivir, cayendo sobre mi corazón y sobre mi poesía.

la actitud de la evocaciòn del autor es profundamente
a:sentimental
b:humorista
c:dramatica
d:indiferente ​

Respuestas

Respuesta dada por: daviluizguerrero60
6

Respuesta:

a: sentimental pues Eso Creo

Respuesta dada por: yomajere
4

Explicación:

LA LLUVIA

Las goteras son el piano de mi infancia. Mi padre siempre hablaba de comprar un piano que, además de permitir a mis tías tocar mi adorado vals “ Sobre las olas “, pondría sobre nuestra familia ese título inexpresablemente distinguido que da la frase: “Tienen piano”. Mi padre, en los momentos que le dejaba libre la vida de movilidades perpetua, porque era conductor de trenes, llegaba hasta medir las puertas por donde iba a pasar aquel piano que nunca llegó.

Pero el gran piano de las goteras duraba todo el invierno. A la primera lluvia se descubrían nuevas goteras de voz dulce, que acompañaban a las viejas goteras. Mi madre repartía sus cacharros, lavatorios, jarros lecheros y otros artefactos. Cada uno daba un sonido distinto, a cada uno le llegaba del cielo tempestuoso un mensaje diferente, y yo distinguía el sonido claro de un lavatorio de fierro enlozado del opaco y amargo de un balde abollado. Esa es toda mi música, el piano de mi infancia, y sus notas, digamos sus goteras, me han acompañado donde me ha tocado vivir, cayendo sobre mi corazón y sobre mi poesía.

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