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Nacimiento del Portfolio
El portafolio es una herramienta que se empezó a utilizar en ámbitos profesionales, principalmente relacionados con el diseño, para mostrar la creación de obras: artistas, fotógrafos, arquitectos..., recogen en él y presentan lo mejor que han producido, por lo cual nace como presentación de resultados, orientados no al proceso, sino al producto.
En educación se importa esta idea para evidenciar cómo trabaja un docente: trabajos de alumnos, preparación de clases, reflexiones y argumentaciones de conocimientos, procedimientos y actitudes... permiten conocer y valorar la trayectoria de un profesional de la docencia.
El paso del portafolio al ámbito educativo se produjo en los EEUU hace unas tres décadas, cuando se detectó que el sistema de enseñanza no era satisfactorio y se pensó que la formación del profesorado no era la adecuada. Esto provocó que se iniciara una reforma del sistema educativo y que se considerara el planteamiento de una formación del profesorado más eficiente para conseguir una mejora. Para comprobar los resultados de la labor de los docentes se creó el National Teachers Examination, el cuál a través de exámenes escritos y observaciones en las aulas evaluaba a todos los profesores por igual, sin tener en cuenta el contexto o la etapa educativa.
En 1985 se creó el Stanford Teacher Assessment Project; sus miembros lo presentan como una alternativa al sistema de evaluación que se estaba aplicando, el cual no creían que fuera el más eficaz. En 1989 Shulman y Bird, dos participantes de este proyecto, decidieron crear la National Board for Professional Teaching Standards que se ocuparía de conocer, por medio de diferentes modelos experimentales de evaluación, la manera real de cómo se enseñaba y se aprendía en las aulas; lo cual les condujo a pensar en la necesidad de que los profesores presentaran documentos que acreditaran su trabajo.
En 1997, Bird creyó que el portafolio que utilizaban otros profesionales para mostrar sus obras podía ser un recurso mediante el cual los profesores recogieran y evidenciaran su labor docente. Estos trabajos se analizarían y valorarían, y serían la muestra del trabajo profesional que desempeñaban. Más tarde los portafolios se convirtieron en herramienta de análisis y reflexión para mejorar el trabajo y consecuentemente como una estrategia de aprendizaje. (Shulman en Lyons, 1999).
Desde entonces el portafolio se utiliza en América del Norte y Canadá en el ámbito socio-educativo como un instrumento muy útil para el desarrollo personal, profesional y organizacional, y en el espacio europeo está adquiriendo también un auge especial a partir de su uso como Portfolio Europeo de las Lenguas (PEL).
En el contexto de la enseñanza-aprendizaje representa un cambio importante como medio para aprender y evaluar, porque la recogida sistemática y organizada de trabajos que muestran actividades realizadas, pensamientos, ideas o reflexiones personales evidencian procesos y productos de una trayectoria personal y laboral, que permiten y favorecen una reflexión y valoración individual o colectiva y es un soporte documental de incalculable valor ante el objetivo de mejorar procesos de desarrollo personal, académico o laboral. Para que se pueda realizar un análisis relevante, se requiere que su elaboración siga unas pautas o ítems para su almacenamiento y posterior consulta; de acuerdo con el trabajo docente (conocimientos actualizados del ámbito de la propia disciplina, preparación de actividades, producciones de los alumnos, resultados de aprendizaje...).