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Respuesta:
Durante décadas la izquierda peruana evitó hablar en términos de clase media y prefirió la expresión pequeña burguesía en sus diagnósticos y en su propaganda. Con excepción de algunos intelectuales que en los años 80 empezaron a hablar de “capas medias”[1], el léxico político de la izquierda estuvo dominado por categorías oficiales del marxismo. Luego, cuando algunas de éstas fueron perdiendo utilidad, en su lugar quedó el silencio, especialmente con relación a esos sectores. En nuestros días no se habla más de pequeña burguesía, salvo en la izquierda más extrema –y como antes, casi siempre con una connotación peyorativa. Pero es notoria la renuencia a emplear el concepto de clase media, en especial el concepto recreado y difundido no solo por los analistas sino también por los nuevos actores que se perciben a sí mismos como miembros de esa capa de la sociedad. Al decir “silencio” y “renuencia al término” no me refiero al mundo de los académicos, donde más bien uno encuentra avances de los que no se puede prescindir[2] (tampoco aludo a un gracioso que desde la izquierda se burla de la clase media de los conos). Me refiero más bien a las organizaciones políticas que en los últimos años muestran una dinámica organizativa que podría convertirlas en un fenómeno importante, electoralmente hablando, y que, sin embargo, adolecen de algunos puntos débiles en el terreno ideológico y programático, particularmente en el tema de las cada vez más numerosas nuevas clases medias. Organizaciones respetables que en las recientes semanas, en medio de un debate agitado sobre la naturaleza y dimensiones de esas nuevas clases medias, no se han pronunciado sobre el tema. Esto último se puede advertir, por ejemplo, en las discusiones y los documentos del congreso del Movimiento Tierra y Libertad, donde las clases medias están totalmente fuera de discurso. Estos hechos, en primer lugar, ponen en evidencia cierta incapacidad de estas agrupaciones para moverse políticamente dentro de los espacios de significabilidad ya construidos, y en segundo lugar, permiten observar cierta continuidad con algunas imágenes e ideas obsoletas del pasado y su relación con el estancamiento actual de las izquierdas.
Explicación:
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