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Explicación:
Si todas las operaciones que hace un vehículo espacial son arriesgadas, el descenso en otro mundo es una de las más peligrosas. Por ello los responsables de la NASA están en alerta, pendientes de la caída controlada que va a intentar la noche del domingo al lunes, la nave automática Phoenix cerca del Polo Norte de Marte. Para llegar al planeta rojo la sonda ha recorrido 679 millones de kilómetros en 10 meses de viaje desde la tierra. Si todo sale bien y la nave transmite las señales de “estoy sana y salva” al llegar al suelo, los científicos responsables de control de la misión en California celebrarán el éxito de la misma. La misión cuesta 300 millones de curos.
La Phoenix llegará a la atmósfera marciana a una velocidad de 5.7 kilómetros por segundos y casi siete minutos después tendrá posarse en el suelo con sus tres patas desplegadas. El más mínimo fallo seguramente se traduciría en catástrofe y en pérdida de la nave, como ya sucedió en 1999, en el intento anterior de poner una nave en el polo marciano. Marte está ahora a 276 millones de kilómetros de la tierra y las señales de radio, viajando a la velocidad de la luz, tardan 15 minutos y 20 segundos en recorrer esa distancia. Phoenix se dirige a una latitud, cerca del Polo Norte. Allí hace mucho frío, aunque ahora es primavera (la temperatura es de 73 y 33 grados centígrados bajo cero). El plan es que la sonda funciones durante al menos tres meses cogiendo muestras a su alrededor con un brazo mecánico y analizándolas. El brazo incluso permitirá excavar un poco en el subsuelo. Los investigadores quieren saber cómo es el hielo y averiguar si se derrite con los cambios de temperatura: es decir, pretenden conocer si las condiciones allí han sido en algún momento favorables para la existencia de vida.
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