• Asignatura: Castellano
  • Autor: georginarodriguezapa
  • hace 6 años

Temas literarios de la época novohispana ?

Respuestas

Respuesta dada por: coralescernasesmeral
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Respuesta:

El estudio de la lírica mexicana del siglo xvi presenta un tema de indudable atracción para la crítica. Son varios los factores que contribuyen a esa atracción: en primer término, el hecho de tratarse de una época hispánica de orígenes; también, la variedad de materiales que están a nuestro alcance, así como el valor que, en conjunto, distingue a esos materiales. De más está decir que variedad y valor deben medirse, comparativamente, dentro del amplio panorama que representa, en tan dilatados espacios, la lírica hispanoamericana a lo largo del siglo xvi. Y no me parece gratuito recordar aquí que abarco la centuria, no tanto como un específico signo cronológico, sino cultural.[1]

Sin exageraciones (que en estos párrafos no tendrían ningún sentido) me parece que está fuera de toda duda que la lírica fue la forma genérica más continuada e importante de las letras coloniales. Y si esto digo en relación con un tiempo tan dilatado, con mayor razón cabe sostener la primacía de la lírica mexicana en este primer siglo hispánico, sin desmerecer, en este momento inicial, el nivel de Santo Domingo y del Perú.

A propósito de la época que recorre este panorama, es necesario decir que, como todo período de orígenes, presenta particularidades dignas de notarse. Así, explicablemente, la presencia y auge de la lírica no es un fenómeno inmediato. Y, en sus comienzos hispanoamericanos, va a la zaga de otras formas genéricas que reflejan de manera más directa noticias de las "nuevas" tierras, episodios de la conquista y la exaltación de ésta. Y, no menos, el deseo de traducir en palabras el asombro ante la opulencia, riquezas y bellezas del Nuevo Mundo.

Está claro que tanto la crónica como la epopeya aparecían entonces como los cauces más apropiados para estas manifestaciones, coetáneas como labor literaria, al siglo de la conquista. Eso sí, también es cierto que, salvo que se apele a la idea de formas genéricas cerradas, no puede negarse la presencia de tempranos chispazos líricos. Con todo, en un esquema que atestigüe el orden sucesivo de presencias, es justo colocar en los lugares cronológicos iniciales a las crónicas y epopeyas, sin olvidar el poco posterior surgimiento del teatro. La no lejana afirmación de la lírica marcará el encumbramiento, comparativo, de un género que mantendrá a lo largo de los tres siglos coloniales una clara preeminencia.

En definitiva, crónicas, epopeyas, obras líricas y dramáticas, si bien constituyen los géneros más visibles de aquel primer siglo hispanoamericano, no ocultan otras manifestaciones literarias. Ni como materia de estudio dentro de las líneas que yo propongo, borran la posibilidad de otros enfoques o perspectivas. Así, por ejemplo, recuerdo el esquema que un juvenil Alfonso Reyes establecía también para el estudio del siglo xvi mexicano. Y éstos eran los cinco sectores que proponía: 1] literatura popular de los españoles (romances, coplas, décimas); 2] literatura religiosa de los misioneros (literatura de catequesis); 3] literatura derivada de la universidad americana; 4] literatura de los escritores españoles avecindados en América (lírica italianizante), y 5] literatura de los cronistas.[2]

En fin, es el momento de indicar que el desarrollo del trabajo lo haré apoyándome cronológicamente en los dos "estilos de época" que ubicamos en el siglo xvi: Renacimiento y Manierismo. No niego, con esto, despuntes de lo Barroco en las últimas décadas, pero insisto una vez más en que Renacimiento y Manierismo son los dos "estilos" que llenan realmente el siglo xvi mexicano (incluso con los problemas críticos y discusiones que suelen asomar con frecuencia cuando se encara el problema de los puntos de contacto y deslindes entre Manierismo y Barroco. Algo veremos al avanzar este estudio).[3]

Por último, no entro en el complejo ámbito que significa la continuidad de formas literarias prehispánicas. En particular, la lírica indígena prehispánica, cuya riqueza –es de sobra sabido– ha superado intentos de ruptura o eliminación, aun aceptando lo perdido, y que requiere, por descontado, un estudio especial.[4]

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