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Papas en la mochila
2016-02-07 | Ana Suplee
Un día, un maestro pidió a sus alumnos que llevaran papas crudas y una bolsa de plástico.
Debían escoger una papa por cada persona a la que guardaban resentimiento y escribir su nombre en ella y ponerla dentro de la bolsa.
Durante una semana debían llevar a todos lados esa bolsa de papas en la mochila. ¡Algunas bolsas eran realmente pesadas!
Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo…
El fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento mostró claramente el peso que cargaba a diario…
Mientras ponían atención en la bolsa para no olvidarla, desatendían cosas que eran más importantes. Este ejercicio los hizo pensar sobre el precio que pagaban por no perdonar algo que ya había pasado y no podía cambiarse.
Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro sin darnos cuenta que los primeros beneficiados somos nosotros mismos. Todos tenemos papas pudriéndose en nuestra “mochila” sentimental.
La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas pero que finalmente nos termina envenenando.
Muchas veces al primero que tienes que perdonar es a ti mismo por todas las cosas que no fueron como hubieras querido. El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo.
Perdonar No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes, ni dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojo.
El perdón se basa en la aceptación de lo que pasó… y dejarlo donde está… en el Pasado!