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Respuesta:
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Explicación:
La coloración de las aves procede fundamentalmente de tres grupos de pigmentos: carotenoides, melaninas y porfirinas. Los carotenoides son compuestos de origen vegetal (solo los producen plantas y algas), lo que implica que si un ave tiene carotenoides en sus plumas es porque se ha alimentado de plantas que los contienen, o de animales que previamente las hayan ingerido.
Solo así se explica la enorme variabilidad que se aprecia en el color del plumaje en poblaciones de una misma especie que se han establecido en distintos lugares; e incluso entre individuos de la misma población, en función de su habilidad para conseguir comida. Y así entendemos también por qué su coloración está sujeta a variaciones estacionales y a otros factores ambientales. Uno de los casos más vistosos es el de los flamencos, hasta el punto de que en los zoológicos suelen darles una alimentación suplementada en carotenoides para realzar sus colores.
Al contrario que los carotenoides, hay otros pigmentos que los animales (incluidas las aves) sí pueden producir por sí mismos: las melaninas, que generan los diferentes tonos de negro, marrón, gris, tierra… Son el mismo tipo de sustancias que también producen los distintos tonos y colores de piel que exhiben los humanos. Ejemplos de aves que deben su coloración a las melaninas son el buho real o el águila real.
El águila real debe su coloración a las melaninas. Fuente: Pxhere
Las melaninas se producen en el interior de células especializadas, denominadas melanocitos, Es el único mecanismo de coloración del plumaje que está codificado genéticamente y que se controla de forma directa a nivel celular. Y ese código genético esconde los patrones complejos de los plumajes de muchas aves, como . Estos vistosos diseños se expresan al modular la presencia, localización, concentración, diferenciación e incluso activación de los melanocitos en los folículos en los que se desarrollan las plumas.
La necesidad de regular la presencia de melaninas a nivel celular se debe no sólo a su capacidad para colorear. En el caso de las aves, estos pigmentos desempeñan otro papel crucial, ya que su presencia aumenta la resistencia de las plumas. Así se entiende que incluso las especies con un plumaje blanco casi impoluto (como los cisnes y los albatros petreles) exhiban puntas y bordes negros en las alas, pues ahí están las plumas de vuelo más expuestas y que sufren más daño.
La turacina es la responsable de los colores de los turacos. Fuente: Pxhere
Estos tres tipos de pigmentos son excepcionales por partida triple: por sus brillantes e intensos colores; por ser exclusivos de unos pocos grupos de aves y porque dichas aves los sintetizan tras haber desarrollado procesos específicos. Siguiendo esas rutas metabólicas, las aves más exóticas modifican la estructura de los carotenoides, y por tanto su color, para generar porfirinas, psitacofulvinas y turacina. Así que la presencia e influencia de estos pigmentos tan especiales depende también de la disponibilidad de alimentos ricos en carotenoides.
Los plumajes iridiscentes se originan por la existencia de nanoestructuras que actúa como un prisma. Fuente: Pxhere
En 2017 un equipo de científicos españoles del CSIC constató que la práctica totalidad de los patrones que exhiben las aves en sus plumajes surgen por la presencia y activación de melaninas. Para su estudio los investigadores definieron un “diseño o patrón complejo” como la combinación de dos o más colores discernibles, que se repite en el espacio más de dos veces de forma ininterrumpida. Y ese esquema repetitivo puede darse dentro de una misma pluma o producirse por la combinación de plumas adyacentes.
Este mecanismo parece sugerir, según los investigadores, algún tipo de adaptación evolutiva. Así, la presencia de un llamativo patrón complejo ofrecería alguna ventaja, que bien pudiera ser asegurar el éxito del cortejo (y, por tanto, la reproducción de la especie); o servir como código visual para resolver conflictos territoriales y jerárquicos sin necesidad de pelear, o también como señal de advertencia o amenaza para potenciales enemigos y predadores.