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Bajo el microscopio están hoy aceites esenciales y vegetales, emolientes que sirven de base para cremas y jabones, además de los misterios de alimentos como el açaí, fruto de una palma cuya pulpa se ha popularizado en todo Brasil como bebida energética y rica en antioxidantes. También se investigan los microorganismos, como hongos, levaduras y bacterias que habitan esos ecosistemas o están asociados a las plantas de la región. Según especialistas, de cada 10.000 colectas de material se descubre una sustancia de interés comercial, pero uno de los grandes problemas de este trabajo está en la burocrática legislación brasileña, que establece múltiples requisitos y trámites para permitir la recolección y estudios de especies silvestres.
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