Respuestas
Respuesta:
Robert Owen (Newtown, 14 de mayo de 1771 – ibid., 17 de noviembre de 1858) fue un empresario filántropo y socialista utópico británico, que llevó a la práctica sus ideas reformistas primero en su fábrica de New Lanark[1] (Escocia) y luego en las «colonias» de New Harmony, que fundó en 1825 en Estados Unidos, y de Harmony Hall, fundada en 1839 en Gran Bretaña.[2] A su vuelta de América en 1828, se convirtió en el gran impulsor y líder del movimiento obrero británico.[3]
Respuesta:
Owenismo es una corriente del socialismo basada en las ideas de Robert Owen que se desarrolló en Gran Bretaña y en Estados Unidos entre 1820 y 1870, y cuya influencia se extendió fuera del ámbito anglosajón —Cabet, Proudhon, Weitling, sansimonianos etc.—.1 Se caracterizó por el reformismo y por su oposición a la idea de la lucha de clases, dos principios que marcaron la historia del socialismo inglés, como recordó Sidney Webb en el Congreso del Partido Laborista de 1923: «Debemos recordar que el fundador del socialismo inglés no fue Karl Marx sino Robert Owen, y que Robert Owen no predicaba la lucha de clases, sino la doctrina de la fraternidad humana».2
Explicación:
El socialismo reformista y cooperativista de Robert Owen
Para alcanzar el «nuevo mundo moral» que debía sustituir a la sociedad capitalista, Owen rechazaba la revolución y la lucha de clases y propugnaba la vía reformista e interclasista, porque confiaba en que los datos «científicos» de la razón serían suficientes para convencer a las clases altas para que hicieran concesiones a los trabajadores y alumbrar así la «nueva sociedad».3 Él mismo aplicó este principio en su fábrica de New Lanark mediante la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de los obreros que allí trabajaban, ya que «la prosperidad real de la población» se mide «con exactitud en cada momento por el nivel de los salarios y la extensión del bienestar que la clase productora puede obtener a cambio de su trabajo» y «cuando la ignorancia, el exceso de trabajo y los bajos salarios se combinan, no sólo el trabajador se encuentra en una condición miserable sino que las mismas clases superiores son ofendidas».4
Siguiendo los postulados de la teoría del valor-trabajo, consideraba al trabajo como la fuente «de toda la riqueza nacional», que si estaba «bien dirigido» podía «producir una cantidad superior a las necesidades esenciales de la humanidad», y también como «la medida natural del valor», principio que debía ponerse en práctica inmediatamente. Así se debían limitar los beneficios y los intereses de los capitales, sustituir la competencia por un intercambio equitativo de los productos en los «almacenes de trabajo», y unir la producción agrícola y manufacturera en aldeas comunitarias de unas 1.200 personas —como en las «colonias» owenianas de New Harmony (Estados Unidos, 1825) o de Harmony Hall (Gran Bretaña, 1840)—. Asimismo debían potenciarse los sindicatos obreros, cuya función no se limitaría a la lucha por la mejora de las condiciones laborales, sino que constituirían el fundamento de la «nueva sociedad» mediante la formación de cooperativas. Así lo expuso en el «llamamiento a la población del mundo»