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Respuesta:
Las virtudes tienen suma importancia porque como su nombre lo dice es lo que fortalece el espíritu para dar frutos con nuestras obras poniéndolas en práctica con nuestro prójimo. Para practicar las virtudes es necesario antes pedir a Dios, Espíritu Santo
Respuesta:
En el Nuevo Testamento por el momento no pudimos encontrar referencias a las virtudes, sino que Cristo mismo es presentado como el modelo de ventaja y de perfección humana pues, siendo verdadero Dios, es verdadero hombre.
Con Cristo, las virtudes, o sea, las virtudes cardinales bajo el regimen de las virtudes teologales – fe, esperanza y caridad – adquieren una finalidad que no es otra que la identificación moral y ontológica con Jesucristo. En San Agustín la ventaja de la que emanan cada una de las otras es la caridad, de allí que llame a la ventaja el “orden del amor” (De Civitate Dei) y entienda las virtudes cardinales como diversas funcionalidades del amor (De moribus Ecclesiae Catholicae et de moribus manichaeorum, I, c. En cuanto al Aquinate, éste hace una extenso análisis de la ventaja en la Summa Theologiae donde partiendo de la Escritura junta el raciocinio moral y ético del Estagirita y de la tradición de los Papás de el santuario, como San Gregorio Magno. Para Aquino las virtudes, además subordinadas a la caridad, son el motivo de la vida moral en vistas a la felicidad. Simultáneamente, las virtudes son puertas hacia el razonamiento y hacia la verdadera independencia de las personas; o sea, hacia su perfección como perfecta imitación de Cristo. La ventaja, por consiguiente, es el cimiento sobre el que se erige la moral y el camino recto para conseguir la anhelada felicidad
La introducción del relativismo en la moral surge con Ockham, quien no entiende la ventaja como modo de perfección ni como camino que, conforme con la razón y la voluntad, posibilita conocer y adorar el bien. De esta manera el epicentro de la moral no es ni la ventaja ni la felicidad, sino la ley y la obligación de cumplirla – muestra una perspectiva legalista de la moral –. De esta forma, la ventaja por el momento no es la averiguación de la perfección, más bien se entiende como la ejecución de un mínimo moral para eludir el pecado (ética de mínimos). No obstante este caso es más marginal en el protestantismo, donde el ser humano ya está definido por su pecado – situación que no puede cambiar –, por lo cual la ventaja se concibe como una especie de vanagloria del ser humano al restar omnipotencia a la gracia de Dios.
La ventaja, como dijimos, deja de ser una perfección interna de el motivo y de la voluntad para transformarse en una mera práctica para llevar a cabo con más acierto la ley moral para garantizar la vida en sociedad (Thomas Hobbes) empero sin interferir en la ‘libertad’ de cada individuo y su propia cosmovisión. De esta forma, la moral y las virtudes por el momento no es el camino hacia la felicidad si no que sencillamente son posiciones para garantizar el bienestar y la armonía social.
Vivir las virtudes es el exclusivo modo de conseguir la santidad y, de modo que, ser otro Cristo (Constitución Dogmática Lumen Gentium, c. Sin embargo, debería rememorar que la ventaja teologal de la caridad es el cuerpo humano de cada una de las virtudes, por medio de la cual amamos a Dios y al hombre gracias a Él. Las virtudes no son primordiales posiciones para lograr vivir en tranquilidad en sociedad, sino medios para conseguir, por medio de la sabiduría y la voluntad, la perfección de las personas que Cristo ejemplificó en su historia, demostrándonos quién es el ser humano y cuál es su fin: la felicidad salvífica.
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