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Respuesta:
Desde esta sucia acequia la mayor corriente de industria humana saldría
para fertilizar al mundo entero. Desde esta charca corrompida brotaría oro puro.
Aquí la humanidad alcanza su más completo desarrollo.
Aquí la civilización realiza sus milagros y el hombre civilizado se convierte casi en un salvaje.
Y tanto Gran Bretaña como el mundo sabían que la revolución industrial, iniciada en aquellas islas por y a
través de los comerciantes y empresarios cuya única ley era comprar en el mercado más barato y vender
sin restricción en el más caro, estaba trasformando al mundo. Nadie podía detenerla en este camino. Los
dioses y los reyes del pasado estaban inermes ante los hombres de negocios y las máquinas de vapor del
presente.
La población del mundo era también mayor que nunca; en varios casos mucho mayor que toda esperanza y
probabilidad previas. Las ciudades de gran tamaño se multiplicaban en todas partes como nunca. La
producción industrial alcanzaba cifras astronómicas.
La ciencia nunca había parecido más triunfal; los conocimientos nunca habían sido más vastos. Los
inventos alcanzaban cada año cimas más sorprendentes.
Pero era bastante amarga la acusación de que la prosperidad material de los trabajadores pobres no era
con frecuencia mayor que el oscuro pasado y muchas veces peor que en las épocas de que se conservaba
memoria. Los paladines del progreso intentaban rebatir esto con el argumento de que los obstáculos que el
viejo feudalismo, la monarquía y la aristocracia seguían poniendo en el camino de la perfecta iniciativa libre.
Unos y otros coincidían en que la situación era cada vez más penosa. Unos sostenían que se superaría
dentro de la estructura del capitalismo y otros discrepaban de esta creencia, pero ambos pensaban con
razón que la vida humana se enfrentaba con unas perspectivas de mejoría material que conseguiría el
control de las fuerzas de la naturaleza por el hombre.
por asi decirlo era una cosa digamos buena para el gobierno.
Explicación: